Ya somos dos doña Marta
Pues en esta ocasión y sin que sirva de precedente, transito por las letras reivindicativas cogido de la mano de la señora Del Viso, incluso asido a su brazo presidencial si ello me es permitido. No cabe duda, vista la pasión narradora, que nuestros súbditos más pequeños estarían encantados de contar en sus sacrosantas celebraciones con la animación cultural de doña Marta. No sé si llega a la excelencia didáctica, pero que tiene grandes dotes para eso de la pedagogía alternativa es innegable. Y para terminar cerrando el círculo exhortativo de las demandas, no sería exagerado que nuestra solícita conciudadana invocara el relevo generacional en la dirección local de su partido, que la cosa ya se asemeja al cuento de la buena pipa.
Pero vayamos al grano, ese que es uno pero con muchas cabezas, tantas, que no creo exagerado afirmar que cada calle, plaza, avenida, o como quiera se denomine la vía pública en cuestión, tiene sus propios y ancestrales desgarros que la vulgarizan.
Pedirle a la señora alcaldesa a estas alturas del mandato, afectada de pereza intelectual, aquella que le llevó a no enterarse de las cuentas del Niemeyer, que se implique en el mantenimiento estético de la ciudad, es como pedirle al ave dodo que resucite y alce el vuelo. Solo cabe la denuncia, el cabreo y el derecho al pataleo, mientras Dios y el señor Rajoy nos lo permitan, ya que eso de la alternancia en el poder, de suceder, me temo que sería algo parecido a un cambio de cromos de la misma colección.
Seguimos año sí y lustro también mareando la perdiz del plan de las vías y los viales que deberán dar salida a los tráficos portuarios y del parque empresarial, responsabilidad de otras administraciones, pero olvidamos las competencias gestoras propias en materia de urbanismo. Unas veces a los propietarios del inmueble y otras a las sociedades mercantiles de la distribución energética se les atribuye la parálisis funcional en urbanismo y obra pública y, cuando no hay a quién, la culpa es de aquel maldito tango de la crisis económica.
Lo penúltimo de lo último que el casto oído ciudadano ha tenido que escuchar por boca del concejal de urbanismo, señor Teófilo Rodríguez, es que el proyecto del trazado que debe unir el parque empresarial con la autopista del Cantábrico, ha estado paralizado durante cuatro años a causa de la interferencia originada por una torre de alta tensión intercalada en el trazado y que, hasta ahora, no entró en los planes presupuestarios de Hidrocantábrico su cambio de ubicación. Parece ser que Red Eléctrica de España S.A., participada por la SEPI con el 20% y 80 % de capital flotante, no tiene poder persuasivo suficiente para que Hidrocantábrico acelere aquellas obras que son de interés público.
¡Ay! Don Teófilo, nunca dejará usted de emocionarme y sorprenderme, o viceversa: desde ese concepto económico del café con leche para todos, contrario a las directrices angelicales de la señora Merkel, hasta esta torre-jueves de alta tensión, pasando por el paisaje geológico subacuático de la ría, todo son argumentos de emergencia. Lo malo es que el señor Rodríguez no capitaliza políticamente la excepción de la regla.
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