Dirección Escénica en la ESAD de Asturias

A la atención de doña Ana González Rodríguez

Estimada consejera: André Malraux dijo una vez que el arte es una rebelión contra el destino. A mis veinticinco años puedo dar fe de ello. Utilizo el arte para luchar contra un destino impuesto trágicamente contra mi voluntad. Estudio arte porque quiero cambiar mi destino y el de los que me rodean. Al igual que le pasara a Edipo, al igual que a Medea, al igual que a todos los héroes trágicos del teatro griego, mi fatum (destino) es el de vagar en un mar de kilómetros y tiempo alejado de mi Ítaca, de los míos. Incluso con una Penélope que teje, esperando que yo vuelva algún día de esta Odisea en que se ha convertido mi formación académica.

En el número 180 del «Boletín Oficial del Principado de Asturias», fechado el 4 de agosto del 2010, su Consejería se ventilaba de un plumazo la especialidad de Dirección Escénica y Dramaturgia de la Escuela Superior de Arte Dramático de Asturias alegando un escaso número alumnos interesados en cursar dichos estudios y diezmando, más si cabe, la creación cultural dentro de nuestro pequeño –pero culturalmente activo– Principado. No sé cuántos alumnos son necesarios para formar un curso, o cuántas personas se necesitan para que un profesor pueda impartir su clase. Lo desconozco, son cosas que no me interesan ni me parecen relevantes. Pero sí le puedo asegurar, señora consejera, que ustedes están matando, poco a poco y sin darse cuenta, un foco cultural muy activo dentro de nuestra región, obligando a un éxodo (sí, esas leyendas urbanas de las que hablaba el líder, hasta no hace mucho, de su partido) de estudiantes en busca de oportunidades que su región ya no ofrece.

Madrid, Barcelona, Valencia, Vigo y Málaga son, actualmente, las cinco ciudades del Estado español que pueden presumir de formar futuros directores y dramaturgos para la escena teatral española y, por qué no, internacional. No hace mucho, Gijón estuvo entre ellas. La pequeña Gijón, la orgullosa Gijón, la otrora ciudad que era un referente cultural del norte del país. Se me cae el alma viendo lo que éramos y en qué nos hemos convertido. ¿Dónde está ese orgullo? ¿Dónde hemos dejado la innovación, el aprendizaje, el desarrollo de una juventud dinámica, comprometida y culturalmente activa? Seguramente esté en el mismo sótano donde ustedes se han empeñado en guardar Dirección Escénica y Dramaturgia.

¿Cree que es sólo la impotencia cultural lo que me ha llevado a escribir esta carta? No, ni mucho menos. Hay un sinfín de razones que empujan al cerebro a buscar las palabras adecuadas, ponerlas en un orden correcto y plasmarlas en este papel. A saber: la calidad de vida en mi tierra, en mi casa, en Gijón; el increíble y monumental esfuerzo económico que mis padres y abuelos están llevando a cabo para que yo pueda estudiar lo que quiero (las becas brillan por su ausencia. Y, lo siento, pero no me vale la excusa del Gobierno central); la distancia que me separa de los míos, de mi familia y amigos, de mi pareja, de ver envejecer a mis abuelos, de ver crecer a mi hermano, de disfrutar de un núcleo del que me he tenido que separar después de veinticuatro años al lado de ellos; el interés por crear desde Asturias, por convertir mi región en un referente cultural activo, por hacer cantera de profesionales del teatro, el audiovisual y las artes en general. Por hacer Asturias, señora consejera, por dinamizar la región.

No sé si es consciente de que, culturalmente, somos pequeños, pero humildes y muy trabajadores. Tenemos un Festival de Cine que es un referente nacional e internacional. Tenemos una feria de artes escénicas en la que las compañías de España y medio mundo intentan estar año tras año. Tenemos una especialidad dentro de la ESAD de Asturias que está formando un nutrido e interesante grupo de intérpretes que, con total seguridad, se tendrán que ganar la vida fuera de Asturias. ¿Y por qué no tenemos a quien coordina todo eso? ¿Dónde están los directores que montan esos espectáculos? ¿Dónde están los dramaturgos que los escriben? ¿Dónde, señora consejera? ¿Dónde? Probablemente en cualquiera de las cinco ciudades que antes mencioné, creando, innovando, estrenando espectáculos en sus ciudades que sirven como marca publicitaria para las mismas. En Gijón seguro que no.

Si mi destino es estudiar en Vigo, licenciarme en la ESAD de Galicia en la especialidad de Dirección Escénica y Dramaturgia y trabajar en el sector teatral de ésta u otra región, así será. Pero no tenga duda, señora consejera, que lucharé hasta mi último aliento, ciego como Edipo, por que ese sueño se cumpla en Asturias.

En sus manos y en la de su Gobierno está que, algún día, mis cartas vayan firmadas por un licenciado de la Escuela Superior de Arte Dramático de Asturias, no de Galicia.