El espíritu de San Víctor
En junio de 1992,año de las olimpiadas de Barcelona, echaba el cierre la última mina de montaña que sobrevivía en HUNOSA.
Aquel cierre supuso la diáspora de un grupo de mineros que tuvo que continuar su recorrido laboral por diferentes pozos de distintas localidades. Este cierre no sólo fué traumático social y economicamente para varios pueblos turoneses, sino que acabó con una forma de entender el trabajo de la mina y de sentir unas relaciones personales y colectivas que se me antojan únicas y casi, casi irrepetibles.
Todos coincidimos en que a partir de entonces ya nada fué lo mismo.
Sin embargo, 17 años después la iniciativa de unos compañeros llevó a cabo una idea que a otros nos rondaba y que no supimos plasmar: juntar a los antiguos trabajadores de la extinta explotación y celebrar una jornada de hermandad, como no, alrededor de una mesa. Y así fué como iniciamos un viaje atrás en el tiempo y San Víctor volvió a tener un relevo.
La idea no pudo ser mas feliz,sólo bastaba mirar las caras y sentir la fuerza de los apretones para comprobar que el estado general era de alegría desbordante.
Especialmente emotivo fue reencotrarse con los más veteranos y comprobar que todavía van a dar mucha guerra.
El ambiente fué formidable, muy rico todo como se suele decir, las bromas como siempre:brutales y directas,seguramente incomprensibles para los no iniciados,pero para nosotros entrañables. Por salir bien, hasta el tiempo nos recbió con un sol radiante, que realzaba un valle de Turón ahora sin minas,pero verde y de generosa vegetación. En fin,formidable.
En esta ocasión fuimos 64 compañeros, en ediciones venideras seremos más, o tal vez menos, no importa, donde haya un grupo de estos mineros siempre flotará en el ambiente una mágica sensación que a mi me gusta definir como "el espíritu de San Víctor".
Ánimo y un abrazo a todos.
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