Demos al César lo que es del César
Después de acudir en cuatro ocasiones diferentes al acto de entrega de diplomas de la Escuela de Ingenieros de Gijón quiero mostrar mi malestar por la poca importancia que llegan a tener los logros de los alumnos en el que debería ser el escaparate de sus méritos académicos.
LA NUEVA ESPAÑA se hizo eco la semana pasada de que tres alumnos de ingeniería de Telecomunicación habían sido premiados a nivel nacional por su proyecto fin de carrera (tantos como en las siete promociones anteriores juntas). No obstante, ya fuera por desconocimiento o por incompetencia, no se hizo mención a ello en la entrega de diplomas del pasado viernes 31 de mayo, cuando además se daba la circunstancia de que dos de dichos alumnos también habían sido premiados a nivel local. Más indignante aún es el hecho de no comentar que uno de los proyectos ganadores a nivel nacional obtuvo hace unos meses un premio internacional por parte del gobierno austriaco.
Por razones que desconozco, no hubo tiempo en un acto de casi tres horas para señalar el buen papel tanto nacional como internacional que los alumnos de la Escuela de Ingenieros realizan. Sin embargo, y como todos los años, sí que hubo tiempo para que los políticos de turno del Ayuntamiento de Gijón y del Principado de Asturias aprovecharan la ocasión para dar un mitin que la mayoría de los presentes no teníamos intención alguna de oír.
Desde aquí quiero denunciar esta situación y pedir que estos actos se centren más en sus verdaderos protagonistas, que no son otros que los alumnos que tras duro esfuerzo y sacrificio ven la recompensa de un título universitario y aquellos que por sus logros académicos en forma de premios de índole nacional e internacional ayudan a aumentar el prestigio de la Universidad de Oviedo.
José Manuel Blanco Rodríguez
Oviedo
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