El jabalí y la Consejería
Nevaba en la carretera de Quirós y en el arcén una jabata (cría de hembra de jabalí) apenas mayor que un gato se movía inquieta y desorientada. Detuve el coche y la cogí en brazos para meterla en el maletero y librarla así de una probable muerte por atropello evitando al tiempo un posible accidente de circulación de no se sabe qué consecuencias. La llevé a mi casa de Grado, la instalé en un cubículo adecuado, la alimenté con esmero y al día siguiente acudí a la Oficina Comarcal de Agricultura, en La Mata, para informarme de las condiciones en que podría quedarme con ella. Salí con un montón de impresos (¿será por papeles?) que cubrí y presenté oportunamente. El Ayuntamiento cursó inspección para comprobar la idoneidad del espacio físico destinado al animal y dio su visto bueno. De la citada oficina vinieron a colocar el chip preceptivo en la oreja de la jabata y... aquí paz y después gloria, pensaba yo. No contaba con el celo de la Consejería. A los pocos días entra en escena el Seprona, revisan todo lo revisable y más y señalan que no tenga certificación veterinaria (¿por qué no me lo exigieron en la Oficina de Agricultura o enviaron un veterinario directamente en su momento?). Solicito el veterinario y dispongo ya de la licencia sanitaria cuando me llega una multa de 1.500 euros por la incautación (?) del animal, conminándome a entregar inmediatamente la escopeta y el permiso de armas, lo que indica que trabajan de oído que es más cómodo, dónde vas a parar, porque jamás en vida tuve ninguna de las dos cosas. Iba a decir que los 1.500 euros tampoco; al menos no lo recuerdo. Curiosamente, la Consejería no hace mención alguna del animal: suéltelo en el monte, entréguelo al Seprona, manténgalo en su cubil, guíselo con patatas... no sé, algo debería decir, ¿no? Pues no. A la Consejería lo único que le interesa son los 1.500 euros. Está claro. Pero si un jabalí provoca un grave accidente (ver LNE del 25/4/13), entonces esa misma Consejería escurre el bulto y se lava las manos aunque sea en zona de coto regional, de su exclusiva responsabilidad, alegando que ocurrió a las 7 de la mañana y el sol no salió ese día hasta las 8.08 (?). Deberían renunciar los cargos políticos de esa Consejería a la mitad de su salario, o sea, desde que se pone el sol hasta que sale, que es cuando realmente están en funciones, o eso dicen ellos. ¡Qué vergüenza!
Javier Estrada García
Grado
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