Adolescentes, alcohol y multas
Aun desconociendo el número de adolescentes cuyos rostros son conocidos en las urgencias hospitalarias por entrar bajo una situación de coma etílico en repetidas ocasiones, me inclino a pensar que la cifra no debe ser elevada, pues es de suponer que semejante experiencia no es algo como para cogerle gusto. Y, en el caso de darse una conducta reiterada de consumo intensivo y descontrolado de alcohol, antes de proceder a imponer una sanción económica a los progenitores, ¿no sería mejor tratar de analizar los factores que conducen al adolescente al hospital (desde el primer ingreso) y, si procede, invitar a la familia a participar en programas preventivos? A criterio de los expertos, aspectos como el consumo habitual e inmoderado de bebida en el ámbito familiar, una comunicación y relación deficiente entre padres e hijos, una incapacidad parental para ajustar y orientar horarios y hábitos o unas circunstancias socioeconómicas y familiares desesperanzadoras pueden conducir a los menores a mantener comportamientos de riesgo difíciles de reconducir a base de multas. En cambio, parece haber una mayor apuesta y confianza hacia el establecimiento de acciones formativas dirigidas a las familias, sin obviar las políticas destinadas a reducir la pobreza y exclusión social.
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