Manifiestamente mejorable
Cada vez que aparece una nueva ley de educación se forma un debate nacional, que, a mi modesto entender, tiene mucho de polémica ficticia, de representación teatral entre los dos brazos del monopolio político (PPOE) y sus altavoces mediáticos. Tienen que aparentar ser distintos en algo, ya que no pueden o no quieren serlo en los grandes temas económicos, en los que actúan al dictado de la Troika. Para más inri, el tema se presta a que los Millás de turno, que no lograron superar en la Transición el «síndrome de las dos Españas», utilicen el tema religioso para lanzar al viento sus paranoias. Por ahí se anda la consejera asturiana del ramo, que el pasado domingo nos desvelaba en este periódico una «bomba informativa»: al parecer, esta ley no la parió el Parlamento, como sucede normalmente, sino que la Iglesia fue el «único colectivo que pudo decidir sobre la realidad de la escuela de todo un país» (sic). ¡Di que sí, campeona! No me molesté en leer la ley de marras, como supongo que no habrán hecho una buena parte de los que se manifestaron y/o hicieron huelga contra la misma, pero me imagino que será tan manifiestamente mejorable como la anterior, y, a lo peor, como lo será la siguiente. Entre otras cosas, porque alguno de los grandes problemas de la educación –uno diría que los principales– no se arreglan con leyes.
Manifiestamente mejorable es también el trato que nos está dando el Gobierno de Rajoy a los asturianos, facilitado por el hecho de que el plantel de los políticos regionales también es manifiestamente mejorable. El penúltimo botón de muestra es el timo de la Variante de Pajares, que tendrá un único túnel. Después de tres mil millones de euros invertidos, ni alta velocidad ni ancho europeo. Seguiremos yendo a paso de burro a la meseta.
Para hacer juego con el central, lo del Gobierno regional también es manifiestamente mejorable. El gabinete de Fernández no dudó en recortar en Sanidad y Educación, pero le cuesta horrores cerrar los «chiringuitos» innecesarios que se inventó Areces para dar cobijo a militantes y simpatizantes. Lo más grave del caso es que ni los partidos con representación en la Junta saben ni cuántos chiringuitos hay ni cuánto dinero se llevan. Sí se sabe que algunos de ellos tienen más o menos las mismas competencias. En fin, Asturias autonomía bananera. El caso es que los dos brazos del monopolio (PPOE) están en vías de conseguir, con sus malas gestiones y sus omisiones, lo que parecía imposible: el fin del bipartidismo. No hay mal que por bien no venga. De todos modos, no quisiera transmitir la especie de que sólo hay garbanzos negros en este peculiar «cocido»; afortunadamente también se encuentran cabezas bien amuebladas. A propósito de temas como la ley Wert o el recurrente asunto del aborto, el alcalde de Toledo, el socialista García-Page, afirmó que su partido no se debe confrontar con la Iglesia, sino con el PP. En condiciones normales no habría por qué destacar una afirmación tan de Pero Grullo, pero, visto lo visto, habría incluso que animar a este hombre a que se presente a las primarias, a ver si el partido de la «honradez» se convierte al menos en el partido de la sensatez.
Como el tratamiento que le dan los grandes medios de comunicación a la Iglesia sigue siendo manifiestamente mejorable, no te habrás enterado, paciente lector/a, de que el Papa habló alto y claro el domingo de Pentecostés sobre la crisis económica y sus causantes, aunque seguro que te enteraste de un supuesto exorcismo que le hizo a un enfermo al día siguiente. Para la próxima acuérdate de que en Internet dispones de una montón de medios para acceder a la información que te escatiman.
Como todo y todos somos manifiestamente mejorables, cabe aplicarle también a nuestra diócesis el adverbio seguido del adjetivo. El Sínodo, que tuvo una arrancada de caballo andaluz, fue adoptando por factores varios un paso de burro manchego, derivando en una especie de suelta de palomas en versión eclesiástica. Menos mal que llega el estío para que todos podamos cargar las pilas.
José Manuel Fueyo Méndez, Párroco de Ntra. Sra. de Covadonga, Oviedo
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