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Izquierdas y derechas

14 de Junio del 2013 - Ricardo Luis Arias (Aller)

Vienen a ser como una herencia o continuidad de aquellas formaciones políticas, conocidas como liberales y conservadores, que dieron grandes tribunos y buenos oradores. Que fueron un ejemplo de cortesía parlamentaria, y no como ahora, que a sus excelencias y señorías sólo les falta ya tirarse a la yugular. Los liberales y conservadores, ayer, supieron hacer política como mandan los cánones de la más elemental educación, que muchos políticos desconocen hoy. Algunos, además de la agresión dialéctica, pasan casi a la personal, como protagonizó un energúmeno separatista, no hace mucho, en una sesión de la Xunta de Galicia, a cuyo presidente insultó amenazadoramente.

Dos ejemplos de aquel conservadurismo y liberalismo: Antonio Maura, que si bien se inició en la política como liberal, terminó en ella siendo jefe del partido conservador. Práxedes Mateo Sagasta, de temperamento revolucionario, progresista y masón, pasó después a liderar el partido liberal. Los dos fueron unos grandes políticos, de rica y fácil oratoria, y sorprendente su metamorfosis ideológica. De la II República podemos tomar como ejemplo también a Calvo Sotelo y Manuel Azaña, buenos tribunos y oradores –sin chuletas ni papel alguno– de aquellas derechas e izquierdas de tan enconado enfrentamiento que destrozaron una bien recibida República y llevaron el país a una guerra fraticida. Calvo Sotelo fue asesinado «oficialmente», y Manuel Azaña, que había dicho aquello de que, con el advenimiento de la República, España había dejado de ser católica, terminó sus días cristianamente, arrepentido, en el exilio, lo cual se silencia hoy. Por cierto, como se acaba de saber, sorprendentemente, la Pasionaria, de tan acendrado y radical comunismo, se puso también a bien con Dios cuando la muerte se la llevó al otro lado de la vida, que es la gran incógnita del hombre.

En nuestros días, después de la Transición y el cambio político –que todos estamos escoñando–, derechas e izquierdas, a la vieja usanza, siguen en su feroz y enconada lucha política e ideológica, por ahora dialécticamente, pero de imprevisibles consecuencias mañana. ¿Es que no hay forma, y buena voluntad, de que derechas e izquierdas no tengan otra ideología que servir a España, luchar por ella conjuntamente y evitar con ello su hundimiento social, político y económico? Sí, porque los que vivimos, sufrimos y padecimos aquella tragedia del 36, y sus funestas consecuencias, estamos de derechas e izquierdas hasta la coronilla. Sí, tienen que desprenderse de todas sus puñeterías ideológicas y partidistas, que tanto daño vienen causando al país desde siempre. Abandonar, pues, las dos aceras, la derecha y la izquierda, para encontrarse ambas formaciones políticas en el centro de la calle democrática y constitucional, solidariamente, y juntas caminar hacia un futuro ilusionado y esperanzador. Esto, o un tsunami nacional.

Conclusión: ni derechas ni izquierdas, sino todo lo contrario. Y la paz y la unidad de España.

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