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La grandeza de Nadal

20 de Junio del 2013 - David Piquero Soto (Langreo)

Es la soberbia, como quien busca permanentemente satisfacer su ego, un mal que más bien tiene que ver con un infantilismo de la persona en el que no se respeta al prójimo y lleva a no agradecer nunca nada a nadie. Ya que parten de una subjetividad «tan enfermiza», dado el narcisismo de estas personas, que sólo contemplan las cosas desde su punto de vista, nunca desde el de los demás. Llegando a veces el problema a ser mayor cuando encima tratan de imponerse los criterios propios sin tener en cuenta los de los demás. Y como todo ego sólo busca satisfacerse a sí mismo, que encima acaba siendo en un saco sin fondo que nunca se sacia. Lo que lleva por no dejar conforme ni a uno ni a los demás, sobre los que recae dicho problema. Impidiendo a los demás ser, estar y ser tratados debidamente.

Un ejemplo de verdadera grandeza es el caso de Rafael Nadal, que no juega a ser ningún dios y puede ser lo más próximo a ello en tenis, pero esto se logra a partir de una humildad de la que parte y en la que está educado desde la niñez. Que le permite ser honrado, aprender de sus errores y mejorarse, creyendo en el sacrificio y en el esfuerzo como forma de mejora permanente. Y no escatimando elogios y reconocimientos a nadie cuando los merece. Lo que también le permite un equilibrio, unido a su elegante humildad y a su especial talento, pulido a base de sacrificios de progreso, sin caer nunca en el conformismo de los que pronto se endiosan a sí mismos. Está permitiéndonos a todos disfrutar del mejor tenis que se puede contemplar, además de darnos lecciones de humanidad para aquellos que sean capaces de escuchar y aprender de alguien que resulta un beneficioso ejemplo y que no deja de hacer historia con su tenis.

David Piquero Soto, Langreo

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