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Diferencias de género en el Vaticano

25 de Junio del 2013 - Carlos Muñiz Cueto (Gijón)

La realidad está en lo que no se ve ni se sabe expresar. La ciencia avanza en busca del conocimiento que desvele el misterio de la partícula de Dios diseñando el nuevo ILC. Nuestro conocimiento es fruto de su transmisión y nuestra ambición le pone constantemente un valor añadido. Pero no todos estamos preparados para entenderlo y mucho menos para poder transmitirlo. La teoría del rumor nos dice que es fácil que el espíritu de un mensaje se corrompa al transmitirlo. Entonces piensen lo difícil que será transmitir un mensaje a lo largo de generaciones si no se está preparado para comprenderlo y menos para transmitirlo. Con la Educación (realmente complicada) la Ciencia ha podido avanzar en el conocimiento gracias a aquellos que, estando preparados para comprender los logros del pasado, les han dado un valor añadido ofreciéndonos nuevas percepciones y realidades de uso cotidiano. ¿Se imaginan cuánta tecnología y ciencia ha habido que emplear para transmitir este mensaje desde que se escribe hasta que usted (amable lector) lo lee en la prensa digital o de papel? Las cosas en algunos aspectos van cambiando mucho, pero en otros no parecen cambiar.

El mundo se hace el sorprendido de un espionaje en internet al que parece ser los gratuitos Google y Facebook no mostraron suficiente oposición. La realidad es que decir que son privados los datos en la red, es como dejar una bici arrimada en cualquier esquina y pensar que nadie la usará. Siempre habrá quien quiera usarla y podrá hacerlo. Si los poderosos no respetan a las personas ¿por qué se han de respetar sus cosas cuando sólo son respetables las de los poderosos? Sabemos que (por ejemplo en la Edad Media) los curas confesaban a sus feligreses; los obispos y los abades confesaban a los curas y a los nobles; alguien confesaba a obispos y abades; y, por último, estaba quien confesaba a los que confesaban a obispos y abades. Este último tenía la potestad para certificar a reyes absolutos de vidas y haciendas que sólo respondían ante Dios, ante su confesor. Ahora nos dicen que hay un lobby gay en el Vaticano. Lo que es un escándalo es la combinación de las palabras lobby y Vaticano; pues las máximas autoridades para la búsqueda de la fraternidad y del amor entre todas las personas caen en el lamentable vicio de los lobbys. ¡Sí que es un feo asunto! Porque el mensaje de Jesús es bien claro: todas las personas somos únicas e irrepetibles, sujetas a un único y último fin de amor con el establecimiento de su Reino aquí en la Tierra: luz de conocimiento, sin poder alguno que lo violente.

A veces me pregunto cuáles serían las razones por las que Dios padre, en su infinita inteligencia, decidiera encarnarse como Hijo (hombre y no mujer) para mostrar que todas las personas somos hijas suyas. Pero, dadas las circunstancias históricas de hace 2000 años se deduce que no tenía otra opción si quería que el Espíritu de su mensaje se propagase y pudiese cambiar el mundo. En su mensaje es patente la irrelevancia del género y lo relevantes que son la igualdad y la libertad. Pues en su Reino sólo tiene cabida la igualdad de su amor por todas las personas que son libres de ser únicas e irrepetibles. ¿Se imaginan el error que hubiese sido encarnarse como mujer en aquella época? Con el primer esbozo de transmisión del mensaje la hubiesen lapidado; y adiós al mensaje. Dios no podía equivocarse; y, como ven, el género es pura circunstancia. Por eso, cuando se contempla la estructura que hay montada en el Vaticano con el patriarcado, el que haya gays no parece relevante, y sí el que sigan con sus lobbys.

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