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Libertad de elección de colegio

24 de Junio del 2013 - José Antonio Rodríguez Lasa (Oviedo)

La señora Sampedro escribe un artículo el 17 de junio sobre educación. Me atrevería a resumir que se manifiesta a favor de la libertad de elección de centro. No tengo el gusto de conocerla, así que debo confiar en que está escrito desde una posición honesta.

Estando de acuerdo con ella en lo general, quiero invitarla a profundizar en el tema. Estaría de acuerdo en que cada padre/madre tiene derecho a elegir siempre que todos estuviesen en situación similar de elegir. Pero no es la realidad. Una familia sin trabajo, una familia con ingresos en torno al salario mínimo no puede elegir enviar a su hijo/a a un centro privado, sea privado puro o concertado.

¿Por qué? Por exclusión económica: no dispone de los 200-400-600 euros necesarios para pagar los servicios de transporte, comedor, actividades complementarias y aportaciones voluntarias que son los conceptos por los que los centros privados tienen ingresos complementarios.

¿Por qué? Por exclusión geográfica: la mayoría de las familias españolas no residen en el radio de acción de la mayoría de centros privados.

¿Por qué? Por exclusión ideológica: si el centro es religioso, no se ve con buenos ojos la presencia de otras confesiones.

Hay que reconocer, al menos, que la posibilidad de elección está limitada a quienes tienen un nivel de ingresos, residen cerca o son de confesión católica.

El segundo tema que quiero abordar es el ya manido y falso argumento del coste económico: se dice que un puesto en la privada es más barato que en la pública. Falso: se olvida sumar la subvención estatal, los dineros que aportan las familias, el dinero que aporta el Estado a la Iglesia Católica y el dinero que vía IRPF-Iglesia Católica acude al mismo lugar. Ya somos suficientemente inteligentes para saber que un servicio público (sin ánimo de lucro) no debe ser más caro que el mismo servicio siendo privado y con ánimo de lucro. Se olvida también que el Estado está obligado a cubrir al cien por cien un servicio esencial como es la educación: la gran mayoría de centros públicos atiende a los alumnos de núcleos de poca población donde es obligado que un profesor (mismo coste que en un gran centro) atienda a pocos alumnos: deberemos asumir que este coste encarece la media, ¿o deberíamos dejar a estos alumnos sin educación?

Y para terminar: ¿Estaríamos de acuerdo en que un centro subvencionado con fondos estatales debería cumplir las mismas obligaciones que un centro estatal?

Invito a los que lean estas líneas a pensar un poco: yo no puedo estar de acuerdo en que la posibilidad de elección esté reservada a una parte de la sociedad: creo más bien que, por encima de las miserias de los adultos, todos los niños y niñas deberían estar protegidos, aunque sólo sea por si sus padres nos equivocamos al planificar su vida.

José Antonio Rodríguez Lasa, catedrático de Francés de la enseñanza pública, Oviedo.

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