Simplemente Joaquín
El PP en Avilés es una organización seria, ajusticiada por la injusticia de la derecha social residenciada en la zona centro que no le otorga sus favores electorales y provoca que la izquierda se eternice en el gobierno local sin merecimiento de gestión pública en todas y cada una de las materias que en el concejo son de su responsabilidad. En definitiva: enmienda a la totalidad del grupo socialista y plena disposición ejecutiva para enderezar un rumbo desnortado. Los porqués de este divorcio conservador entre ese sector ciudadano y el partido que mejor les representa ideológicamente, habremos de suponer que tienen carácter espiritual o abstracto. Aréstegui no lo contextualiza en persona, cosa, acto u opinión, tal vez porque podría llegar a la conclusión de que veinte años dedicados con ahínco al culto de la permanencia en la dirección local de su partido contradicen la letra del tango.
Que Joaquín Aréstegui tiene cierta habilidad para el argumento populista de consumo doméstico lo demuestra a diario su facilidad para el chascarrillo insustancial, aunque gracioso. No digamos si el guion director cuenta con un auditorio mayoritariamente favorable. Ahí, en ese escenario, Joaquín se viene arriba e inicia el discurso retórico de la racionalidad interrogativa: ¿acaso no es más sensato luchar por la posibilidad de un proyecto de treinta millones, como es la carretera de comunicación del PEPA con la autovía, que enmarañarse en enfrentamientos estúpidos a cuenta del absurdo nuevo trazado ferroviario, imposible de ejecutar en esta coyuntura económica? Pues claro que sí, don Joaquín, vale todo menos morder, que se decía, para cargarle el muerto a los de enfrente. Que la administración autonómica, en manos del PSOE, gaste los cuartos; la mía, la central, a quien corresponde la ejecución del proyecto de las vías, hay que cuidar que no se enfaden.
Cosas de la casta autocrítica –con perdón, que ambos términos quedan fuera de la demarcación intelectual y social de Aréstegui según su propia interpretación–, que emplean más tiempo buscando argumentos exculpatorios que en administrar soluciones al drama que vive una población cada vez más alejada del hedor político. Con este panorama se entiende que ni los unos ni los otros estén interesados en darle más poder democrático a la ciudadanía, no vayamos a estropearles el currículo con una licencia política a destiempo.
Y aquí termina lo insustancial de un recorrido por la historia pública de nuestro PP local a cargo de un reo que no llegó a mencionar la soga. Lo trascendente tendrá que esperar hasta la próxima intervención de este infatigable actor de las esencias conservadoras, identidad que él desliza sin mucha pasión hacia la virtud aristotélica.
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