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De texos asturianos: el de Montovo, en Belmonte

22 de Julio del 2013 - Agustín Hevia Ballina

«Es una madera durísima la del texu», me decía mi amigo el escultor José Cuadra Sánchez después de terminar de esculpir un San Jerónimo y una Virgen para la Capilla de San Antonio del Fresno en la Parroquia de Santa María de Fresnedo. Dos imágenes que el escultor recibió encomienda de realizar aprovechando la madera de un texo, que, cosa insólita, lo había arrancado un vendaval. Seguramente que esa dureza que se imponía a las gubias y formones es la que de tradición desaconsejó a los artistas el dedicarla a tallas de mobiliario de templos o a imágenes de Santos.

De su difícil reproducción quiero alegar el testimonio de mi gran amigo Ignacio Abella, de Colunga, que así me lo explicó: el “texu” fructifica en una baya de corteza muy dura. Para obtener su reproducción, ha de dársele a comer a jilgueros o canarios u otras aves. En su aparato digestivo, los jugos gástricos hacen ablandarse la baya y, una vez cumplido todo el ciclo de la digestión, deja la cáscara apta y en forma que el germen, una vez depositado en tierra, con los excrementos, ya es capaz de hacer eclosión, surgiendo en forma de pequeña plantita que se convertirá en arbusto y, en un proceso de crecimiento lentísimo, deviene en árbol copudo, que llega a adulto, a lo largo de centurias.

Quiero con este pequeño excursus inicial tomar carrerilla para dedicar el comentario que sigue a un texu muy concreto, el de la Parroquia de San Juan Bautista de Montovo, en el concejo de Belmonte. Revisaba con la restauradora Covadonga Miravalles y con Auritz Echevarría algunos testimonios de fragmentos de códices, vinculados a Libros Parroquiales del Archivo Histórico Diocesano para emprender su restauración, en orden a formar una colección facticia, subvencionada por la Subdirección General de Archivos del Ministerio de Cultura, cuando nos encontramos con la noticia que paso a comentar.

En un Libro de Casados y Difuntos de la Parroquia belmontina de San Martín de Leiguarda, nos encontramos con ese bellísimo texto escrito sobre la cubierta de pergamino del Libro que figura en el Catálogo del Archivo con la Referencia 5.7.8, en el que dejó el cura este hermoso testimonio que transcribo, guardando fidelidad a su ortografía prístina, y del que luego reseñaré algunos datos más: «Yo, Domingo de Alba de la Vega, natural de Quintana, cura de Leiguarda, he plantado un texo delante de la puerta de la Iglesia y lo hize la noche de Santa Oblalia del año de mil y setecientos y diez, y conociendo el gran adorno que era, envié al lugar de Fresnedo otro a mi costa, el 23 de Septiembre de mil y setecientos diez y nueve y también envié otro, a mi costa, al lugar de Montovo, concejo de Grado, el veinte de febrero de mil y setecientos y veinte y uno, que esta junto a la posada de la Losa. También he hecho los poyos, que están en rededor de la Iglesia a mi costa, y también he hecho el cabildro que está de la puerta hasta la esquina de la Torre a mi costa. También he hecho todo el retablo mayor y cuatro imágenes. Y también he plantado un laurel que está detrás del altar mayor, que esta rodeado de piedras y otro en el camino que viene de Selviella y otro junto al cabildro. Y pido y suplico por el cura y los curas y a los feligreses que me encomienden a Dios y que hagan algo a su costa en beneficio de la Iglesia».

Tres texos en un pequeño espacio de nuestra geografía. Tres texos, plantados con arreglo a cierto rito. En la noche de Santa Eulalia, el primero de ellos. En el plenilunio de otoño, el segundo. Y en la noche del día de Ceniza de aquel año, el tercero. Tres texos de los que, según la referida Covadonga, que en compañía de Auritz me aportó todo género de fotografías, realizadas en seguimiento de las huellas de los texos, que refleja el texto del cura de Leiguarda, sólo sobrevive, según me atestiguan mis amigos, el de Montovo, que merece un epígrafe de la Consejería de Cultura, calificándolo, en el indicador, como “Teixu centenario”. Efectivamente, centenario lo es, puesto que para el próximo veinte de febrero de 2021 cumplirá la tercera centuria, acompañando las alegrías y las penas de los feligreses de San Juan de Montovo. El de Leiguarda, del que guardan memoria algunos vecinos, se secó, al parecer, cuando fueron calcinadas sus ramas en el incendio de la Iglesia, dada su proximidad al templo, en 1937.

Subtítulo: Un encuentro con un mundo de ancestralidades y reminiscencias sacras

Destacado: Tres texos plantados por el cura Domingo de Alba de la Vega a principios de 1700 con arreglo a cierto rito. En la noche de Santa Eulalia, el primero de ellos. En el plenilunio de otoño, el segundo. Y en la noche del día de Ceniza, el tercero.

Me movió la curiosidad de descubir algún dato más sobre este sacerdote, que consideraba como un ornato para sus iglesias el “llantado” o plantado de texos y laureles, con prospectivas de siglos, pues cuando plantó el último se hallaba ya al final de sus días en la Parroquia de San Martín de Leiguarda, iglesia a la que ennobleció con espléndido retablo e imágenes, dignificando el interior del templo, la Casa de Dios, y los exteriores con excepcionales árboles, que de una forma o de otra la tradición venía atribuyéndoles alguna vinculación con lo sagrado: los texos y los laureles.

Lamentablemente no pude averiguar la fecha de su nacimiento y bautismo, en la Parroquia de San Julián de Quintana, –Iglesia testimoniada ya en el Liber Testamentorum, en fecha de 26 de junio de 896, como de «Santa María en Boinas»–, puesto que los Libros y documentación de esta Parroquia fueron quemados en la Guerra Civil. Sí pude en cambio seguir la trayectoria de su actuación pastoral en la Parroquia de Leiguarda, entre los años 1679 y 1722, es decir, un espacio de cuarenta y cuatro años, que dejaron honda huella en la Iglesia a la que dedicó sus inquietudes pastorales.

Acopio sin embargo algunos datos que obtengo del Archivo Parroquial. Así, en el Libro de bautizados de 1706 a 1797 (Ref. 5.7.7) leo la siguiente noticia: «Fue cura de esta feligresía el Ldo. Don Domingo de Alba de la Vega. Fue examinado el 20 de Septiembre de 1679 y tomó la posesión el día 9 de octubre del mismo año y se la dio el Ldo. D. Alvaro Fernández, cura que fue de dicha parroquia y al presente de la de Miranda, y fueron testigos El Ldo. Don Blas Menéndez de Sienra y el Ldo. D. Domingo González y el Ldo. D. Juan García, de Montovo, clérigo de menores».

En el Libro de Difuntos correspondiente a la fecha que, en su lugar, se expresa, leemos: «A once días del mes de noviembre (1723) se dio sepultura eclesiástica al cadáver del Licenciado Don Domingo de Alba, cura de esta Parroquia de San Martín de Leiguarda y recibió los Sacramentos y dejó fundaciones, a cuyo testamento me refiero. Y por ser verdad lo firmo en el lugar de Leiguarda, del Concejo de Miranda, a veinte días del mes de noviembre de mil setecientos y veinte y tres y murió a nueve de dicho mes». Firma Alonso García, de Hospital, Parroquia de Quintana, habiendo permanecido en activo Don Domingo de Alba hasta el cuatro de Octubre de 1722.

Un cura y el plantado de tres texos históricos en el Concejo de Belmonte, para memoria perpetua.

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