¿Ovnis y demás en la plaza de la catedral?
Nadie pone en duda a estas alturas el esfuerzo de la ciudad de Oviedo por convertirse en un referente turístico-religioso de España. El declive de nuestra región, una treintena de años en manos socialistas, ha dilapidado otras fuentes de mantenimiento salvo para la legión de prejubilados o sindicaleros, que tanto monta, y quienes a la sopa boba del partido socialista han sacado rédito a la crisis para vivir de, y por encima de, los demás trabajadores. Es por ello que la hostelería y hotelería de nuestra ciudad ha llevado a cabo, igualmente, una importantísima apuesta de futuro, modernizando sus instalaciones y terrazas, organizando jornadas gastronómicas, concursos artísticos, sesiones cantarinas, etc.
Pues bien, el Ayuntamiento de Oviedo que, inicialmente, fue el gran valedor de esta apuesta de futuro, el turismo, ha sido el principal malversador de las mejores posibilidades que nuestra ciudad ofrece en cuanto a sus espacios peatonales, plazas, mobiliario urbano, esculturas (autorías artísticas), fuentes y quioscos, y no digamos en cuanto a los materiales empleados, la calidad de los mismos, su colocación, y por encima de todo su supervisión y visto bueno (malo habría que decir), etc. A todo esto, menos mal, no estará de más recordar que Gabino de Lorenzo y quien fue su principal director de obras peatonales son ingenieros de minas. Es decir, están dotados, supuestamente, de una preparación técnica mucho más allá del Bachiller del actual alcalde Caunedo, ¡qué barata está la alcaldía ovetense!
De esta forma, e inicialmente, la ciudad de Oviedo se convirtió en un lugar de referencia para algunas otras localidades españolas, cuyos mandatarios visitaban Oviedo del brazo de los munícipes ovetenses, que sacaban pecho presumiendo del gran invento de la peatonalización. Pues bien, de aquellos barros estos lodos, es decir, de aquellas prisas gabinistas por inaugurar al son de las fanfarrias y las bandas de gaita, nuestras calles y espacios peatonales, ahora son la gran hipoteca de su mantenimiento, de su rehabilitación, abujardado, o las tres cosas a la vez. Paralelo a todos estos desmanes, con parches y más parches, reparaciones continuas, etc. (¿por qué no se colocaron desde la primera vez los suelos ya abujardados?), una legión de peatones ya ha sucumbido a caídas, accidentes y desgracias varias, con las consiguientes denuncias, juicios y soporte para el erario municipal, etc.
O lo que es lo mismo, los veinte años de gabinismo han dado lugar a que varias generaciones de ovetenses tengamos que seguir sufragando una y mil veces todas cuantas obras fueron inauguradas sin el menor rigor ni calidad. A día de hoy, resulta imposible caminar por las aceras de Oviedo, espacios peatonales, etc., sin tener que sortear roturas, losas levantadas, resquebrajadas, repuestas, mal puestas, vallas o todo a la vez. Con lluvia, sobra recordar que las consecuencias se agravan más aún. Los trabajos de parcheado en Oviedo se han convertido en una estampa más de nuestro paisaje urbano, todo ello, insisto, por el legado gabinista, que pagaremos varias generaciones de ovetenses sin una solución definitiva.
Pues nada, que ahora resulta que, para dar la bienvenida a nuestros turistas de estío, un conjunto de ovnis ha aterrizado en la mismísima plaza de la catedral. No escatimamos el esfuerzo del Ayuntamiento y la catedral ovetense por ser, además, un referente del turismo religioso, pero ni siquiera una exposición de envergadura universal como la que se prepara alrededor del Santo Sudario y la Sábana de Turín justifica una instalación tan burda y horrorosa. Ya nos estamos imaginando a Iker Jiménez emitiendo su «Cuarto milenio» desde la plaza de la catedral de Oviedo a la búsqueda de estos ovnis. Esperamos, al menos, que a su lado no comparezcan los extraterrestres y fantasmas culpables de este desaguisado.
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