Mazazo al sector naval asturiano
Ciertamente, en los últimos tiempos Europa ha venido perdiendo peso específico en la construcción naval, fundamentalmente, en favor de algunos países asiáticos. Pero, a decir verdad, creemos que aún queda pastel que repartir --sobre todo en buques de alto valor tecnológico-- pero la guerra por conseguirlo se ha vuelto encarnizada.
España tiene capacidad, conocimientos, instalaciones y mano de obra cualificada para optar a una buena parte de ese mercado, que pese a lo que se predecía últimamente no está muerto. Mas lo que sí se está demostrando es no tener peso político para defender nuestra posición en el concierto comunitario. Grupos de presión europeos --y muy concretamente holandeses-- han ganado la partida en los despachos de Bruselas.
El adelanto hecho recientemente por Joaquín Almunia, Comisario de la Competencia, sobre el "tax-lease" y la previsible obligación de devolver ayudas fiscales para la construcción de buques es un capítulo más en el proceso de demolición del sector. Y de una forma que nos atañe, y mucho, a Asturias. La decisión --que se conocerá oficialmente en unos días-- supone la firma del acta de defunción de los astilleros privados, pero también es una dificultad añadida a los públicos, que muy bien podrían entrar en mercados civiles si lograsen acudir a ellos en condiciones razonables.
El comisario Almunia, por ser socialista y español, someterá a aprobación en Bruselas el próximo 17 de julio, una propuesta que podría llevarse por delante 87.000 empleos de sus compatriotas, de ellos 12.000 en Asturias. El papel que guarda en el cajón de su mesa parece ser una esquela: anuncia la defunción de la industria naval. Exige la devolución de las ayudas fiscales que se concedieron para construir barcos entre los 2005 y 2011 y eso significa que a partir de ahora no habrá quien financie más operaciones. Quizás sea porque a algunos les interesa borrar del mapa astilleros tan competitivos como los de la zona norte de España. Y presionan arriba.
El mazazo de la devolución del "tax-lease", caso de producirse, pondría al naval asturiano al borde de la desaparición, con todas las bendiciones del comisario Joaquín Almunia. Y es el máximo responsable de Competencia en la Comisión Europea quien firma el informe que el próximo 17 de julio aprobará el Colegio de Comisarios. De hecho, él ha llevado siempre la voz cantante, con él ha negociado el Gobierno central, a él han presionado sindicatos, armadores y astilleros, y él es quien acaba de anunciar que "no hay nada que hacer" (sic). Almunia tira por la calle del medio y exime a los astilleros de la devolución de ayudas incompatibles con la legislación europea, pero carga el pesado muerto de los 3.000 millones a reembolsar --de los que buena parte, 900 millones, corresponden a Asturias-- sobre los hombros de los armadores que compraron los buques a un precio por debajo del que marca el mercado, y de los inversores que los financian atraídos por las ventajas fiscales del "tax-lease". No obstante, eximir del pago a los astilleros no evitará la debacle porque la decisión de Bruselas deja en inferioridad de condiciones al naval, crea inseguridad y propicia la fuga de armadores e inversores hacia los ventajosos mercados chino, coreano y del norte de Europa.
¿Se resignará Asturias pues a otro funeral por un sector tan
básico para nuestra economía como son los 12.000 empleos que aún quedan en el naval? Seamos un poco optimistas y esperemos noticias mejores.
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