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Los circos veraniegos

30 de Junio del 2013 - Luis Miguel Garcia del Campo (San Juan de L´arena)

Se acerca el verano y comienzan a llegar a nuestras ciudades los circos, algunos de ellos están en los circos para ejecutar números "artísticos" o de entretenimiento, en los que aprovechando sus capacidades y habilidades, son obligados a ejecutar todo tipo de bailes, saltos, piruetas, coreografías en solitario o con otros animales. La mayoría de estos comportamientos son totalmente antinaturales y ajenos a la especie de animal de que se trata: Osos o aves "bailarines", elefantes parados en dos manos, grandes felinos que saltan aros de fuego, cerdos que se lanzan al vacío para caer en una minúscula piscina etc etc.

Los animales en los circos viven una vida de dominación, confinamiento y entrenamiento violento. A pesar de que algunos circos siempre dicen lo contrario, los entrenadores suelen usar métodos abusivos para entrenar a los animales y así dominarlos por la fuerza para que ejecuten los números. La rutina es el entrenamiento mediante golpes y amedrentamiento de los animales sirviéndose de cuerdas, collares, bozales, mangos eléctricos, látigos y ganchos metálicos, que son herramientas típicas del entrenamiento y actuación de un circo. Esto debe mostrarnos que los animales están siempre siendo obligados a actuar. Ellos no lo hacen porque quieren: lo hacen porque temen los castigos que les darán si no actúan. Algunos entrenadores, suelen decir que utilizan métodos positivos como el refuerzo y las recompensas, pero muchas veces estos se dan también bajo situaciones abusivas: premiar con comida sólo funciona en animales hambrientos, por mencionar un abuso típico de los entrenamientos circenses.

Mientras los animales realizan su número en la pista obedecen las órdenes verbales de los entrenadores sólo porque éstos llevan en su mano, visiblemente, garfios o látigos. En los entrenamientos ya han aprendido "quién manda" y si desobedecen una orden saben que recibirán un fuerte y doloroso castigo. Se ha visto a entrenadores que, antes de entrar a la pista y fuera de la vista del público, golpean violentamente a los animales como una señal de advertencia para recordarles quién es el jefe y asegurar así que los animales ejecuten las rutinas en el show.

Lo único que puede enseñar un circo con animales es a no respetar la naturaleza ni sus seres vivos.

Los circos con animales se vanaglorian de ser espectáculos que enseñan sobre los animales y sobre la vida salvaje a los niños y la comunidad. Sin embargo, observando los hechos, lo único que pueden enseñarnos son cómo maltratar a los animales para humillarlos. Los animales están hechos para vivir en libertad, pero el circo les condena a una vida de confinamiento y les obliga a realizar ridículos espectáculos para entretener a un público, inconsciente o indiferente al sufrimiento de los animales.

Los animales en los circos llevan vidas miserables. Pasan la mayor parte del tiempo encerrados, solos, encadenados entre camiones y jaulas, trasladados de ciudad en ciudad. Su entrenamiento es violento, doloroso y abusivo y sobre todo escondido de la mirada del público.

Al asistir a estos espectáculos y pagar la entrada, enseñamos a los niños y a los jóvenes la falta de respeto hacia la naturaleza y la dignidad de otros seres vivos, porque les mostramos que es divertido presenciar los actos antinaturales y humillantes que los animales están obligados a hacer, atemorizados por la violencia de sus entrenadores.

La mayoría de los psicólogos, creen que para los niños es vital aprender la empatía, es decir, la habilidad para ponerse en el lugar de los otros. Un espectáculo en que los animales son forzados a actuar para hacer un show enseña totalmente lo contrario de la empatía "ciertamente, no hay nada más cruel para un niño que sentirse avergonzado por otro frente al grupo de pares. Igualmente devastadora es la práctica de exponer a los animales al ridículo, la risa y la devaluación".

Cuando los niños ven a los animales siendo golpeados, humillados y dominados en su comportamiento natural para la simple diversión de otros, sus mentes impresionables entran en riesgo de desarrollar valores sociales aberrantes. En ocasiones este comportamiento desincentiva a los padres de llevar a los niños a presenciar estos espectáculos, porque en estos lugares los niños aprenden a despreciar "los sentimientos, necesidades y derechos de otros seres vivos".

En la naturaleza, los osos no montan bicicleta, los elefantes no se paran en dos manos y los tigres no saltan por placer a través de aros de fuego. Los animales nunca realizarían estos grotescos espectáculos y maniobras cientos o miles de veces al año sin una constante amenaza de castigo. Vestir a los animales con ropas de espectáculo y hacerlos ejecutar actos estúpidos es como arrastrar desde el pasado una pesada roca de insensibilidad y brutalidad. Además, los circos con animales son amenazas para la seguridad pública. Los animales, al llevar una vida de estrés, enfermedad o aburrimiento, pueden atacar al público, escaparse, morder, provocar accidentes de tráfico, etc.

Cuando los circos llegan a cualquier ciudad y pueblo, suelen invitar a los colegios para que miren a los animales expuestos como mercancías en sus jaulas o transportes. Pero en pocas ocasiones la escuela/colegio tiene un Consejo Escolar ó una Asociación de Padres, cuya responsabilidad es establecer las políticas de la escuela y proveer de las mejores herramientas disponibles para lograrlas. Es desde éstas instancias donde se debería discutir qué tipo de educación y valores que se mostrarán a los niños, y cómo debemos de actuar para conseguir estos objetivos. Respecto al circo, sería buena una política clara de no visitar estos recintos ambulantes de maltrato animal.

Hace algunos años (todavía existen), los circos mostraban las "aberraciones de la naturaleza", personas con deformidades físicas o mentales, que eran ridiculizadas y transformadas en objetos de risa y burla de la sociedad. Parece que hemos avanzado un paso y ahora respetamos y fomentamos el bienestar de estas personas, pero aún nos queda mucho por aprender y discernir.

Mis argumentos no tratan de hacer desaparecer el circo, nada más lejos de mis intenciones, lo que nos arrastraría posiblemente a más desempleo con la que esta cayendo, pero si es cierto que cada día existen mas circos que apartan este tipo de crueldades donde el talento y espectacularidad radica en las personas (tampoco se utilizan niños), dejemos de ser homo fatídicus y volvamos a homo sapiens de donde nunca debíamos de haber salido.

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