Angustia e inquietud en tiempos de verano
A juzgar por las fechas que corren, millares de familias tienen que haber estrenado ya las vacaciones de verano, aunque muchas de ellas hayan tenido que reducir en diversos gastos: hoteles, desplazamientos, ocio, etcétera.
Al mismo tiempo, para otras muchas familias, las vacaciones escolares se habrán convertido en una verdadera angustia. Son esas familias en las que todos sus miembros están desempleados o han quedado sin ningún tipo de ingresos. Son también «los pobres sin corbata», como se los conoce ya en algunas ONG, personas que han disfrutado de una posición desahogada hasta hace un tiempo, pero la crisis se cebó con ellos y hoy ven como un drama el cierre de los comedores escolares por vacaciones, porque deja de estar garantizada esa comida que para tantos niños se ha convertido en el principal aporte nutricional del día.
Muchísimas son las razonadas peticiones de que se abran los comedores de los colegios que sean necesarios para atender estos casos. Incluso el padre Ángel, fundador de Mensajeros de la Paz, asturiano y hombre de pro, ha pedido que los restaurantes del Congreso, el Senado y de los parlamentos autonómicos, en verano, se conviertan en comedores sociales. Consideramos que esos políticos que tanto aprietan el cinturón de los demás, y se resisten a hacer lo mismo con el suyo propio, moralmente están obligados a buscar otras soluciones de urgencia. Pero inmediatas.
Tales medidas tendrían una extraordinaria carga simbólica: que esos espacios acogiesen a víctimas de esta crisis que se está llevando por delante a un cada vez mayor número de familias de clase media.
Sinceramente, creemos que no hace falta mucho dinero. Podría desviarse de partidas destinadas a viajes, ayudas por manutención y vivienda y/o gastos de taxi para tantos diputados y senadores nacionales y autonómicos como existen. Se demostraría fehacientemente la buena disposición hacia todos los votantes en general.
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