Los colores de Alsa
El motivo de esta carta es el de mostar mi tristeza al comprobar cómo un icono del orgullo asturiano se diluye en su imagen. Recuerdo de pequeño aquellos Alsas grises y azules que te alegraban la vista cuando estabas en la parada, desesperado, y de lejos divisabas sus colores; al subirte al autobús era como poner el primer pie en tu propia casa. Su colorido no era muy vistoso, pero era el de nuestros autobuses. Era una satisfacción verlos crecer y multiplicarse por todo el mundo.
Si en algo envidio a los ingleses es en mantener sus señas de identidad de generación en generación, y que además de sentirse orgullosos de ellas, también les sirven como reclamo turístico. Pensemos en los autobuses de dos pisos característicos, en sus taxis, en sus cabinas telefónicas; todo ello autentificado con sus colores de siempre.
En Asturias, uno de nuestros símbolos es el Alsa. Pero su imagen ya no es la misma; hay que esperar a que pasen de cerca para ver la compañía a la que pertenecen, ya que últimamente los hay de todos los colores y diseños.
Dice un refrán que "renovarse o morir". Pueden ser azules, con la Cruz de la Victoria; grises, como el tiempo, o rosas, si lo prefieren. Yo les pido, por favor, que si de eso se trata, que se decidan ya, para que cuando vayamos por cualquier carretera y veamos un autobús a lo lejos sepamos que es de los "nuestros" y no necesitemos visionar sus siglas (ahora tampoco nos vale la matrícula).
Recordemos aquellos taxis entrañables de las ciudades españolas con sus colores característicos; todo el mundo sabía en qué ciudad estaba y a nadie le daban gato por liebre con el servicio. Ahora son descafeinados, blancos y camuflados entre la multitud. Que levante la mano el que no se haya confundido alguna vez al tomar un taxi.
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