Adios a la Librería Santa Teresa
Noticias como la publicada recientemente en LA NUEVA ESPAÑA sobre el inminente cierre de la Librería Santa Teresa en la calle Pelayo nos dejan compungidos a los ovetenses, sobre todo a los que hace tiempo peinamos canas. Es como si nos robaran un pedazo de nuestra esencia. En un constante goteo, la crisis en algunos casos y la ley de vida en otros nos están dejando sin muchos de los establecimientos que decoran nuestros recuerdos.
Los carbayones somos así de sensibles para nuestras cosas y especialmente cuando vemos desaparecer negocios de arraigada presencia en nuestra ciudad. No es nuevo ver a los ovetenses lamentar el cierre de sus comercios de toda la vida. ¿Quién no recibió con tristeza el anuncio de la desaparición de Al Pelayo o de Botas, esos iconos de nuestra ciudad que reinaron tanto tiempo en la calle Uría? A los carbayones nos duele cuando perdemos algo tan nuestro como las tiendas, librerías o los bares que han formado parte de nuestras vidas. Pero ese es el precio que tenemos que pagar por vivir en una ciudad que, como Oviedo, lleva más de mil años siendo punto de encuentro entre compradores y vendedores.
Cuando a principios del siglo IX Alfonso II el Casto marchó desde Ovetum a visitar la tumba de Santiago recién descubierta en Campus Stellae (Compostela), seguro que no se podía imaginar que con su viaje estaba iniciando un idilio entre Ovetum y el comercio que ya dura doce siglos. Con su peregrinación a Santiago, Alfonso II no sólo dio origen al Camino Primitivo de Santiago, también supuso el inicio de la actividad comercial para Ovetum donde comenzaron a aparecer mercados medievales de ropas y alimentos para surtir al cada vez mayor número de peregrinos que acudían a la ciudad para seguir los pasos de Alfonso II en busca del perdón de los pecados mediante la peregrinación hacia la tumba del apóstol.
Desde entonces, la actividad comercial ha formado parte de Oviedo, convirtiéndose en el sector fundamental de su economía. Los mercaderes de tejidos, de alimentos, quincalleros, buhoneros, alfareros y demás comerciantes de la época medieval fueron desapareciendo para ser reemplazados por los comercios que en el S. XIX en la calle Cimadevilla y en el S. XX en las de Fruela, Uría y adyacentes han convertido a Oviedo en el Centro Comercial de Asturias.
Los ovetenses, estemos o no directamente relacionados con el sector, llevamos incorporados de serie en nuestros genes el respeto y el aprecio a nuestros comercios. Seguro que cuando el abandono de las formas de vida tradicionales finiquitó los mercados medievales nuestros ancestros lamentaron la desaparición de los puestos que llevaban varias generaciones surtiéndoles de ropa y de alimentos. Y cuando a finales del siglo XIX la urbanización de la calle Uría como enlace entre la nueva estación del Norte y el casco antiguo puso fin al esplendor comercial de la calle Cimadevilla los carbayones vivieron con pena el cierre de establecimientos como Almacenes Masaveu o El San Luis. Y cuando en el futuro les llegue la hora a, por ejemplo, el Mc Donalds que ahora tenemos en el local donde estaba Botas, seguro que nuestros hijos sentirán la misma pena que ahora nos da ver desaparecer a uno de nuestros establecimientos de toda la vida como es la Librería Santa Teresa.
Despedimos con pesar a los que nos dejan, les agradecemos haber estado ahí con nosotros tanto tiempo y nos consolaremos pensando que aunque suframos pérdidas dolorosas en el entramado comercial de nuestra urbe, Ovetum seguirá (con el permiso de internet) siendo un importante punto de encuentro entre los que venden y los que compran. Que así sea.
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