¿A quién sirve el Arzobispo?
Andan estos días algo revueltas las aguas en la comunidad católica del Principado, agitadas por algunas polémicas decisiones del actual titular de turno de la diócesis, el señor Sanz Montes, que, sin precedentes en esta área eclesiástica, ha conseguido posicionar en su contra tanto a clérigos como seglares. El litigio que mantiene con el conocido como padre Chus, destituido recientemente como responsable de algunas parroquias de Villaviciosa, en total desacuerdo con la feligresía, que apreciaba y estimaba la labor que estaba desarrollando este sacerdote, unido a los numerosos movimientos que está llevando a cabo en otras, con traslados que no están siendo acogidos con agrado por parte de ninguno de los implicados, están poniendo en tela de juicio la labor del prelado y, como consecuencia, los objetivos que persigue. Es evidente que la primera responsabilidad del Arzobispo es la administración de todos los recursos disponibles para desarrollar, con la mayor eficacia, su labor pastoral; pero no lo es menos que los destinatarios finales, a los que realmente tiene que servir, son los fieles, y que estos, a la postre, con quien realmente se identifican es con su párroco, que es de quien reciben la Palabra, y, lo que es más importante, el ejemplo. Cuando un sacerdote está plenamente integrado en su parroquia, en perfecta comunión con sus fieles, querido y admitido en su pequeña comunidad, se crean unos fuertes vínculos que por ningún concepto se deben romper. En cualquier caso en el que se den estas circunstancias, sin duda, quedará acreditada la condición de buen pastor, que, en definitiva, es lo que tiene que buscar la Iglesia, y, por, tanto, salvo para premiar al clérigo con un cargo de mayor relevancia, ni es oportuno ni sensato moverle de su sitio.
La Iglesia de hoy no está precisamente para crear problemas, sino para solucionar los muchos que actualmente le afectan, esa es la idea y el objetivo que parece perseguir el nuevo Papa Francisco. Si, el señor Sanz Montes tiene esto claro, necesita demostrarlo con el ejemplo. La polémica que está causando, con decisiones más bien caprichosas y arbitrarias que fundadas en argumentos reales, no parece que sea el camino más adecuado para conseguirlo. Cuando el equipo funciona y es el entrenador el que falla, la decisión que tienen que tomar los máximos responsables siempre está muy clara. En cualquier caso, como el rectificar es de sabios, cabe esperar que, también en este caso, más bien temprano que tarde, termine por imponerse la cordura.
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