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¿Hay que esperar a que se hunda el barrio?

31 de Julio del 2013 - Emilio Arbas García (Cangas del Narcea)

En el casco urbano de Cangas del Narcea, a escasos 120 metros en línea recta del Ayuntamiento, si no se actúa inmediatamente ocurrirá el mayor desastre al que puede enfrentarse un barrio: su destrucción violenta con caída de edificios.

Así vienen a ponerlo de manifiesto las conclusiones del estudio encargado por el Ilustrísimo Ayuntamiento de Cangas del Narcea a la empresa Ingeolec 2001 S. L., como Proyecto de Estabilidad del desprendimiento entre las calles Clarín y Santa Bárbara a raíz del famoso argayo o fana ocurrido en esa zona la noche del 21 de enero de 2013, con caída de toneladas de roca y escombro desde la cabecera del talud que separa las calles Santa Bárbara (en realidad prolongación de la calle Santa Bárbara, más bien calle de los Médicos Rurales desde 2008) bajo las viviendas unifamiliares allí construidas, por arriba, hacia los edificios de la base del talud, en la trasera de la calle Clarín, por abajo, obligando al desalojo de las 10 viviendas del portal nO II de dicha calle Clarín (vecinos que aún pennanecen desalojados a día de hoy) y dañando en menor medida aparente a los edificios de los números 9, 13 Y 15.

Esas conclusiones recogidas en la redacción de dicho proyecto por los técnicos finnantes no dejan lugar a dudas: «El talud existente entre las calles Clarín y Santa Bárbara es inestable, en función del agrietamiento observado y de los planos de despegue observados hasta al menos 8 metros desde el frente del talud pasando bajo las viviendas 6,7 y 8 de la calle Santa Bárbara».

Los vecinos de la calle Clarín, especialmente los de los números 13 y 15, edificio construido en 2005, veníamos manifestando repetidamente que la apariencia del talud en la trasera de nuestras viviendas no era tranquilizadora, y menos desde la construcción de los chalets próxima a la cabecera del mismo, unos años después: en más de una ocasión habíamos detectado caída de piedras sobre las terrazas de los primeros pisos, y así se comunicó.

El proyecto mencionado, que los vecinos hemos conocido el pasado 26 de junio, no sólo viene a corroborar y demostrar con rigor científico nuestro temor inicial, sino que va más allá dando la voz de alarma sobre el alto ríesgo de sufrir un desprendimiento aún mayor que el ocurrído en los prímeros días de 2013, y como el talud sigue siendo dinámico en su inestabilidad, ese segundo desprendimiento (ya de consecuencias muy graves para las edificaciones afectadas) dejaría la puerta abierta a otro aún mayor, con lo que el desprendimiento definitivo del talud constituiría un problema de dimensiones insospechadas: caida de las edificaciones de las viviendas unifamiliares situadas en la calle Santa Bárbara sobre cada vez un mayor número de edificios de la calle Clarín.

En el casco urbano de Cangas del Narcea, a escasos 120 metros en línea recta desde Ayuntamiento, si no se actúa inmediatamente ocurrirá el mayor desastre al que puede enfrentarse un barrio: su destrucción violenta con caída de edificios.

Así vienen a ponerlo de manifiesto las conclusiones del estudio encargado por el Ilustrísimo Ayuntamiento de Cangas del Narcea a la empresa Ingeolec 2001, S. L., como proyecto de estabilidad del desprendimiento entre las calles Clarín y Santa Bárbara a raíz del famoso argayo o fana ocurrido en esa zona la noche del 21 de enero de 2013, con caída de toneladas de roca y escombro desde la cabecera del talud que separa las calles Santa Bárbara (en realidad prolongación de la calle Santa Bárbara, más bien calle de los Médicos Rurales, desde 2008) bajo las viviendas unifamiliares allí construidas, por arriba, hacia los edificios de la base del talud, en la trasera de la calle Clarín, por abajo, obligando al desalojo de las diez viviendas del portal número II de dicha calle Clarín (vecinos que aún permanecen desalojados a día de hoy) y dañando en menor medida, aparentemente, a los edificios de los números 9, 13 y 15.

Esas conclusiones recogidas en la redacción de dicho proyecto por los técnicos firmantes no dejan lugar a dudas: «El talud existente entre las calles Clarín y Santa Bárbara es inestable, en función del agrietamiento observado y de los planos de despegue observados hasta al menos 8 metros desde el frente del talud pasando bajo las viviendas 6,7 y 8 de la calle Santa Bárbara».

Los vecinos de la calle Clarín, especialmente los de los números 13 y 15, edificio construido en 2005, veníamos manifestando repetidamente que la apariencia del talud en la trasera de nuestras viviendas no era tranquilizadora, y menos desde la construcción de los chalés próximos a la cabecera del mismo unos años después: en más de una ocasión habíamos detectado caída de piedras sobre las terrazas de los primeros pisos, y así se comunicó.

El proyecto mencionado, que los vecinos hemos conocido el pasado 26 de junio, no sólo viene a corroborar y demostrar con rigor científico nuestro temor inicial, sino que va más allá, dando la voz de alarma sobre el alto riesgo de sufrir un desprendimiento aún mayor que el ocurrido en los primeros días de 2013, y como el talud sigue siendo dinámico en su inestabilidad, ese segundo desprendimiento (ya de consecuencias muy graves para las edificaciones afectadas) dejaría la puerta abierta a otro aún mayor, con lo que el desprendimiento definitivo del talud constituiría un problema de dimensiones insospechadas: caída de las edificaciones de las viviendas unifamiliares situadas en la calle Santa Bárbara sobre cada vez un mayor número de edificios de la calle Clarín.

Este proyecto de estabilización aporta, afortunadamente, una solución de garantía para atajar la inestabilidad del talud y evitar el desastre mencionado. Básicamente, consiste en una contención de micropilotes para la cabecera del talud y chalés, acondicionamiento del talud y construcción de muro de contención en la base del mismo. Se presupuesta la actuación en 612.273,78 euros, el total de la misma, si bien en la presentación se aseguró que una actuación urgente y primera sobre la zona más dañada en el momento actual estaría en torno a los 250.000 euros.

Hasta la fecha, ni los propietarios del terreno desprendido (chalés) ni el constructor que promovió las edificaciones de los mismos (para más inri, el mismo que promovió las edificaciones de la calle Clarín del 11 al 15) han iniciado acción alguna para atajar el problema, que se sepa. La única administración que hasta ahora se ha interesado por los afectados es el Ayuntamiento de Can gas del Narcea: desalojo de las viviendas del número 11 por la cantidad de escombro caído sobre la trasera de su edificio, llegando hasta el nivel del primer piso, y solicitud de estudio pertinente para evaluar la estabilidad del talud.

Conocido ya el resultado de dicho informe, ni propietarios de los terrenos ni constructor-promotor han modificado, que sepamos, su postura inicial de no hacer nada. Y la Administración local, e incluso ahora parece que también la regional, a través de la Consejería de Presidencia, y el 112, y hasta la Delegación de Gobierno, van a hacer algo más: para garantizar la seguridad de las personas que vivimos en los edificios de la calle Clarín, números 9, 11, 13 y 15, se nos amenaza con el desalojo inminente; así, pues, 34 familias, más de 120 personas (ancianos, adultos y niños) nos veremos obligados a abandonar nuestras casas a saber con qué alternativa (se habla de instalarnos en las dependencias de la escuela hogar), y por cuánto tiempo, y lo que es casi peor, ¿para qué? Nadie ataca el problema. ¿De qué sirve desalojar ahora a más de 120 personas? Si hay un nuevo desprendimiento, cosa muy probable si no se actúa, repito, los vecinos evacuados salvaremos nuestras vidas, pero entonces estarán en riesgo otros edificios ¿y la postura será desalojar otras tantas familias y seguir así hasta que desaparezcan los edificios impares de la calle Clarín y los chalés?

Lo que ahora es un gasto significativo de 300.000-600.000 euros, según actuaciones a ejecutar, sería una nimiedad a cambio del desastre que supondría la caída o inhabitabilidad de chalés y edificios, y eso siempre refiriéndose a daños materiales (Dios no quiera que se produzcan otros).

Que las administraciones local y regional no sean capaces de ver el problema y actuar en consecuencia para solucionarlo ahora que se puede atajar es algo que los vecinos afectados no acertamos a comprender. Que dichas administraciones se escuden para no actuar de urgencia en la titularidad privada de los terrenos afectados no es más que lavarse las manos, mirar para otro lado y dejar en el más absoluto desamparo a más de 120 vecinos a los que seguro que dentro de años un juez dará la razón y amparo, pero demasiado tarde, me temo.

Como siempre, una lástima que no tengamos las elecciones en los próximos meses.

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