Con la curia hemos topado... ¿y con la feligresía también?
Estupefacta me quedo cuando leo cartas de feligreses cristianos que, cual elefante en cacharrería, arremeten contra el arzobispo de Oviedo porque no les gusta que trasladen a su párroco a otro lugar. Adornan, además, su firma con el título de "catequista", no sé con qué intención.
Los buenos, y los menos buenos, catequistas y los buenos, y los menos buenos, feligreses en general sabemos que los presbíteros deben obediencia a su obispo. La Iglesia es una institución jerarquizada y no hay más que hablar. El cura ha de seguir las instrucciones de su obispo, porque la obediencia le obliga a ello, le moleste más o menos la decisión de su superior.
Ítem más: los buenos catequistas y los buenos feligreses deben mostrar su alegría por haber contado unos años con ese buen párroco o diácono o coadjutor que les ayudó a vivir su fe con plenitud. Y esa alegría debe ser aun mayor cuando van a ser otros hermanos los afortunados que ahora disfrutarán de tan excelente presbítero. ¿O es que pretenden, egoístamente, disfrutar del cura para ellos solos y de por vida? ¿Y si el sacerdote se muere? ¿Van a echarle a Dios la culpa y arremeter contra Él por llevarse a tan admirable persona?
Dejemos que fray Jesús dirija la barca que Su Santidad le ha encomendado, que bastante trabajo le damos los que la ocupamos, y alegrémonos de que nuestra Iglesia esté viva, los sacerdotes se muevan y los catequistas iniciemos el nuevo curso con la alegría de anunciar la Palabra de Dios con el cura de antes o el nuevo.
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