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Egoismo, personalismo, prepotencia

11 de Julio del 2013 - Emilio López Gómez (Grado)

Los Evangelios son meridianamente claros y transparentes: Nos enseñan el camino, nos dicen como recorrerlo, nos animan y estimulan a perseverar en la Fe, nos indican como relacionarnos con nuestros hermanos, lo que debe ser fundamental en nuestras vidas de perfección, incluso nos advierten contra los peligros que nos encontraremos en él: los falsos profetas, los escribas y fariseos (¡doctores de la ley!). Demoledor se muestra Jesús contra estos Porque atan cargas pesadas y difíciles de llevar, y las ponen sobre los hombros de los hombres; pero ellos ni con un dedo quieren moverlas (Mateo, 23:4)

El sacerdote destinado a una parroquia suele entregarse a servir de pastor a los feligreses, unos lo hacen a la antigua usanza, adoctrinando desde el púlpito, reconfortando desde su jerarquía y aconsejando desde su sapiencia, son los padres. Otros desde una cercanía fraternal intentan vivir dentro de la vecindad, no en un plano de superioridad sino desde la igualdad, intentan dirigir la comunidad no solo desde el punto de vista religioso sino ético, moral y mostrando coherencia entre lo que dicen y hacen.

Dentro de la feligresía hay una parte que le gusta que el cura sea un líder espiritual sin más, que sus sermones sean explicaciones teológicas de las Lecturas, que diga Misa. Otra parte prefiere al que se muestra próximo y accesible, sin boato ni pompa, que presida la Misa, que la haga participativa y distinta, novedosa. Si se implica con los problemas de los ciudadanos de su entorno estos últimos dirán que son dignos Apóstoles de Cristo, para los primeros se estarán extralimitando de sus funciones, (padre usted a la iglesia).

Viene este largo preámbulo a propósito de los cambios de destino llevados a cabo por el Sr. Arzobispo de Oviedo. Se leen cartas incendiarias defendiendo que no se mueva a nuestro párroco, como si el cura fuera propiedad de tal o cual comunidad. Flaco favor hacen estas defensas a ultranza a la Iglesia. Yo confieso que solo tengo un cura mío, propio, y ese es Jesucristo, lo he adoptado. Puedo sentir afinidad por una persona u otra, puedo tener mayor o menor complicidad con un amigo o con otro, pero no seré yo quien amenace con dejar de participar de la Misa, o colaborar en mi parroquia, por que el Sr. Sanz cambie a mi amigo de destino.

Estos curistas muestran un importante egoísmo, si ese sacerdote ha conseguido crear una comunidad dinámica, comprometida, participativa y organizada, es hora de que haga lo mismo en otro lugar que lo necesite y ellos que continúen con esa labor, será la mejor forma de homenajear al que con tanto éxito los dirigió. Jesús no se limitó a predicar en Nazaret, recorrió Judea, Galia, Samaria. Con esa actitud demuestran una enorme inseguridad en ellos mismos, una falta absoluta de autoestima. ¿Acaso se sienten incapaces de continuar la tarea implantada por el sacerdote?

Por otro lado muchas veces esa defensa a ultranza del cura oculta un personalismo egocéntrico por parte de éste. Entra dentro de las debilidades humanas la vanidad y sentirse el centro del universo inmediato es una forma de ello. Desgraciadamente para él nadie es imprescindible, todos necesarios pero nadie indispensable.

Los humanos, en nuestra imperfección, tememos los cambios, nos da miedo lo desconocido sintiéndonos seguros con lo que ya dominamos; lo dice el refrán: más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer. Debería ser todo lo contrario, la evolución nos debería enriquecer, lo nuevo tendría que suponer un avance positivo en nuestro camino; aunque solamente sea para ser conscientes de lo que no debemos hacer.

Dicho todo esto si parece excesivo el movimiento pastoral en la Archidiócesis de Oviedo, como si de un banco se tratase donde los directores de oficina son cambiados periódicamente para que ninguno llegue a alcanzar excesiva confianza con sus clientes. Se supone que es fácil sucumbir a la debilidad humana de favorecer al amigo en detrimento de los que no lo son. Estoy seguro que este no es el motivo de Don Jesús, es decir no confunde la diócesis con un banco, y por eso sería bueno que nos explicase a los católicos las causas y las consecuencias. De esta forma evitaría que alguno, malintencionado, piense que es simple prepotencia, una demostración de que es el señor feudal que domina y gobierna su feudo con mano férrea. De que en su alquería se hace lo que él manda.

Uno y otros no deberíamos olvidad lo que dijo Jesús y nos recordó recientemente el Santo Padre:

El que es el mayor de vosotros, sea vuestro siervo (Mateo, 23:11).

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