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La riqueza del refranero castellano

17 de Julio del 2013 - José Donato García Julías (La Fresneda)

Nuestro presidente del Gobierno no está pasando por sus mejores momentos; por supuesto, por méritos propios. Su elocuencia a la hora de no decir nada ante hechos de extrema gravedad se vuelve peligrosamente en su contra. Tal es así, que su falta de actitud le hace sentirse perseguido por un refranero popular tan rico como acertado.

Todo comienza en las postrimerías del 2011, cuando, muy galaico y locuaz, nos espeta un radiante «Lo prometido es deuda», para pasar a convertirse rápidamente en los comienzos del 2012, en un, tan desquiciante como recurrente «Donde dije digo, digo Diego».

En la actualidad, por cuestiones vox populi, es más partidario de «Prefiero ser dueño de mi silencio que esclavo de mis palabras» (proverbio árabe), La palabra es plata y el silencio oro, Boca cerrada, más fuerte es que una muralla, Por un mal chiste, un buen amigo perdiste, Quien mucho habla, mucho yerra, Si dices las verdades, pierdes amistades. O este otro: Sabio es quien poco habla y mucho calla.

No obstante, muchos mal pensados son de la opinión de que sería más correcto aplicar y resumirlo tan sólo en uno: Habla, no cuando quieras, sino cuando puedas, no sin antes dudar de su origen castellano, vinculándolo concretamente, más cercano a lenguas germánicas.

Ante tal actitud (por si en algún momento duda de la inteligencia del pueblo llano) los efectos colaterales llegarán de manera inmediata, ya que Palabras vanas, ruido de campanas, En boca del discreto, lo público es secreto o, el muy conocido, El que calla otorga: tantos datos (sin tenerlos) resultan demasiado concluyentes.

En consecuencia, la inmensa mayoría de los españoles le aconsejaría aplicarse cualquiera de los siguientes: Boca que habla no morirá de hambre, Decirlo y hacerlo; serás bien servido, Aunque sea otra tu mente, de buenas palabras págase la gente, Cuentas claras, amistades largas, Más vale un minuto tarde, que diez minutos de silencio. O también: Es mejor ser pecador que santo falso. Todo ello, siempre en aras de no aplicar el correctivo de El que la hace, la paga.

Conclusión final (refrán actualizado): Del maestro, lo que diga; del médico, lo que haga; del político (español), lo que no diga y lo que no haga.

Es lo que hay.

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