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El incierto futuro de la plaza de Abastos de Pola de Siero

23 de Julio del 2013 - Benigno Martínez-Fuego (Siero)

Si bien se mira hacia atrás, los sierenses llevamos mucho tiempo escuchando a nuestros políticos una capa de palabrería que pronto comprobamos que no son seguidas por los hechos; se pronuncian muchas palabras vacías y vanas que no dicen nada, y es que apenas quedan ya hombres de palabra, aquellos que cuando daban su palabra, cuando la comprometían, era como un acta notarial: la empeñaban y era hasta el final y asumiendo todas sus consecuencias. Viene todo esto a cuento de que el alcalde, Eduardo Martínez Llosa, y el concejal de Comercio, Manuel Ballestero, decían en LA NUEVA ESPAÑA el pasado 25 noviembre que los puestos de venta volverían a la plaza de abastos en la próxima primavera. El milagro de la primavera ha llegado, «ha despertado la rama / el almendro ha florecido», versos de Machado, pero a la plaza de abastos de la Pola, los puestos de venta prometidos no han venido, y nadie sabe cómo ha sido, ni cómo en fiasco la promesa se ha quedado, y ellos y ellas, los comerciantes que esperaban ser reubicados en el singular espacio comercial, una vez más se sienten engañados por el Ayuntamiento que entiende más positivo y mejor para la Pola que la plaza se dedique a usos lúdicos. Son múltiples ya las propuestas de grupos y colectivos, la fijada por Izquierda Unida de Siero de convertirla en un parque de invierno, un espacio lúdico que permita que la ciudadanía pasee o juegue en su interior. Esto sencillamente es motivo de vergüenza, algo que ellos desconocen, ya que se engullen el convenio firmado, a tres bandas con Ayuntamiento, Ministerio de Fomento y el Principado. La del presidente de Festejos, Jenaro Soto, a quien nunca le oí decir nada inteligente, que es «una aberración que una inversión tan grande se destine a un grupo de comerciantes», y propone la plaza para el museo de los Güevos Pintos, con lo que nos costó el de sellos de Faustino Ornia, en el palacio del Marqués de Santa Cruz, y lo tenemos cerrado. Monumento a la vulgaridad intelectual las dos, ambas mueven a la risa, pero también provocan indignación. No olvidemos que detrás de todo esto hay unos ciudadanos lesionados en sus derechos, que son los comerciantes instalados en un local municipal hace cinco años esperando el retorno a sus puestos de venta en la plaza, para seguir desarrollando su actividad comercial y mantener el empleo, tan digno como los que se subvencionan por servir cafés a nuestros parlamentarios en la Junta General del Principado.

Bullía la idea de un espacio polivalente para la plaza, deuda contraída con los comerciantes del recinto para solucionar la compleja situación y que todo volviera a la normalidad, y todavía se vuelve más delicada, el mundo apocalíptico y sombrío que envuelve este asunto de la reforma de la plaza que tiene tras de si una amplia historia de incumplimientos y retrasos, varios cambios en el proyecto, más de un lustro de polémicas, traen a mi mente lo que hace un cuarto de siglo José María Díaz Vigil, el que durante nueve años compartiera penas y secretos al frente de la Corporación, brazo derecho del alcalde Manuel Villa, dijera aquello de: «En el Ayuntamiento de Siero hay mucha historia negra por contar». Díaz Vigil, que se marchó defraudado y arrepentido por no haber sido más crítico, nos lleva a la razonable sospecha de turbios manejos, de tapiar la realidad, suficiente información para hacernos una idea cabal de la situación, y de que una mano negra mece la cuna de la Alcaldía, el tremendo enredo de la plaza tiene una explicación tan complicada que hasta el momento nadie de los que no les importa arruinar para siempre su imagen se les ocurrió hacer. Y nos cuesta entender que entre las numerosas personas que ocupan los cargos del Gobierno de Siero, los expertos que informan, los que asesoran, no existiese en todo este largo período de tiempo señales acústicas u ópticas que avisaran del peligroso rumbo que está tomando el emblemático edificio del arquitecto Sánchez del Río, que si no hay una fuerza, no digamos ya moral, si no legal, el proceso que lleva las siglas del PSOE cumplirá su objetivo: poner fin al uso de venta en el edificio emblema que tiene las referencias históricas de esta actividad comercial en la villa.

Resulta inquietante que los actuales dirigentes, los que gobiernan el cuarto municipio asturiano, no sólo sean mediocres, sino que también sean embusteros, Eduardo Martínez Llosa y Manuel Ballestero, llevan en el ADN la predisposición a faltar a la verdad, lo del retorno a la plaza de los puestos, no tiene sentido preguntarse si cabe mayor desvergüenza, porque siempre es posible mayor oprobio y mayor provocación, que la pose fotográfica de estos señores en el centro de la plaza. Véase LA NUEVA ESPAÑA del 25 de noviembre, mostrándose como paladines defensores, cuando es público y notorio que son los que ahora le dan el tiro de gracia.

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