El cine de hoy
Si de algo puede decirse que todo tiempo pasado fue mejor, es del cine. Y si en algo la relación entre ética y estética es evidente, es en el cine.
Los que nacimos antes de ayer pudimos gozar, en pantalla, del excelente cine de los pasados años 20 a 50, ya muy decaído en los 70.
La mayoría de filmes, excepto algunos del Oeste y de otros géneros, eran entretenidos, inteligentes, emocionantes, alegres o románticos, o todo a la vez. El título de estas líneas –El cine hoy– nos refrena de citar demasiados títulos de aquel cine: «El acorazado Potemkin», «Casablanca», «Ave del Paraíso», «Sabrina», «El Jardín de Alá», «Juan Nadie», «Gilda», «La do1ce vita», «Candilejas», «Eva al desnudo», «El filo de la navaja», «Tristana», «Niebla en el pasado»... Como representante de los directores de ayer, elegimos a Luis Buñuel. Y entre las actrices, a Marlene, Ingrid, Rita, Ava, Greta, Bárbara, Audrey, Bette, Gene, Joan B., Katharine, Catherin, Cyd, Olivia, Jeanette, Paulette, Carole, Dorothy, Hedy, Elisabeth, Maureen, Deborah, Lauren, Marilyn, Grace, Eleanor, Brigitte, Gina, Alida, Rebeca, Dolores, Estrellita, Imperio, Aurora, Amparo... ¿les suenan?; y, como representantes de actores, a Chaplin...
Hoy es difícil encontrar estrenos medianamente valiosos; de los últimos años recuerdo una película española, «Al sur de Granada», y las foráneas «Historia de una geisha», «Llamando a las puertas del cielo», «The artist», «Granadas y mirra» (TV), y algunas más. Desde que las cajas han dejado de ser obras sociales, también hemos perdido las buenas películas no comerciales o de denuncia que ofrecían.
Casualmente, estos días se proyecta en Asturias la excelente película «La mejor oferta», original, interesante, emocionante, misteriosa, romántica, bien interpretada, con suspense, y con una perfecta ambientación visual y musical; pero sólo en tres de los siete cines de Asturias, y en sólo diez sesiones al día, frente a más de cuarenta de las películas de consumo.
A juzgar por la crítica y por la obligada visión de los avances se percibe que hoy abundan los filmes en que la violencia y la crueldad prevalecen; violencia material y psicológica: explosiones, incendios, destrucción, sangre, acompañadas de ruidos ensordecedores, de «música» inquietante, de abundantes muertos; en que se justifican incluso injustificables abusos institucionales o policiales. Su efecto sobre el espectador es encallecerlo, atemorizarlo, y adoctrinarlo.
Otra variante del cine de hoy es la fábula; filmes de los llamados de ciencia ficción; de una ficción extravagante, acompañada, a veces, de violencia, cuyo posible efecto es infantilizar al espectador. El resultado final de ambas variantes sobre las mentes más jóvenes o débiles es disminuir su sentido crítico, meterles miedo, y domesticarlas. Lo mismo ocurre en la pequeña pantalla. Si se tiene la curiosidad de zapear los domingos por la noche, se hallará que, al menos en los únicos seis canales escrutados (Nitro, 13TV, MTV, Sexta 3, Paramount y Energy), casi todas las películas son de violencia, con pistolas y armas de todo tipo, o de «memoria histórica» selectiva, sobre los años 30 y 40.
Queda a criterio del lector discernir sobre las causas de esta realidad; ¿razones comerciales para satisfacer –o estragar– el gusto del espectador?, ¿incompetencia y mal gusto de directores, técnicos y actores?, ¿planificación por los poderes fácticos para descerebrar –ética– y –estéticamente– a los súbditos, y hacerlos más sumisos y manejables?
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