Convocatoria de profesores interinos
Los profesores interinos estamos incluidos en unas listas, ordenados de acuerdo con nuestros méritos profesionales y académicos.
Los que ocupamos los primeros puestos no estamos ahí porque nadie nos haya puesto a dedo; estamos porque tenemos años de experiencia como docentes, que hemos llegado a acumular gracias a que hemos aprobado las oposiciones varias veces (en ocasiones con notas superiores a un 8), tenemos dos o más carreras universitarias, cursos de doctorado, másteres, idiomas, miles de horas en cursos de formación... Estamos ahí porque nos lo merecemos.
Y, sin embargo, somos, año tras año, los castigados por la Administración a ocupar los peores puestos de trabajo.
¿Cómo puede ser eso? Se nos convoca para cubrir las vacantes del próximo curso en una fecha de agosto en la que todavía no se ofrecen las comisiones de servicio ni las jubilaciones producidas durante el último período, que suelen ser las plazas más apetecibles; ni siquiera están cerrados los plazos de matrícula en los centros.
Voy a concretar: yo soy la primera en la lista de interinos de mi especialidad y vivo en Oviedo
Hace dos años, me vi obligada a pedir una plaza de media jornada, porque la vacante completa más cercana que se me ofrecía estaba a más de 90 kilómetros de mi domicilio. En las siguientes convocatorias de vacantes realizadas en septiembre, se ofertaron varias plazas en la zona centro de la región, incluida una en Oviedo que ocupó una persona que está por debajo del puesto 70 de mi lista.
Este curso pasado tuve que ir a trabajar a un instituto de la Cuenca. Más tarde, en la convocatoria de principios de septiembre, salieron cinco vacantes para centros de Oviedo.
Esta situación, casi surrealista, ocurre desde hace años. Y digo casi surrealista porque, como todo el mundo sabe, el curso escolar no empieza hasta mediados de septiembre. De hecho, los interinos de Secundaria firmamos en agosto un contrato con fecha 12 de septiembre y vemos continuamente cómo, antes de empezar a trabajar, compañeros, probablemente muy válidos pero con menos puntuación, están pidiendo vacantes mucho más jugosas.
Los representantes sindicales nos ofrecen mucha comprensión y muy buenas palabras, pero su primera respuesta es que siempre se ha hecho así.
Y digo yo: ¿no habrá manera de que un día alguien de la Consejería de Educación se siente en su mesa, piense un poco y se le ocurra la brillante idea de hacer una primera y única convocatoria de vacantes a primeros de septiembre, cuando ya se sepan, efectivamente, todas las necesidades de los centros? Teniendo en cuenta, además, que esto no dificulta en ningún caso que el inicio del curso escolar se desarrolle con total normalidad.
Parece de justicia.
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