La vida en una curva mal tomada.
Lágrimas negras en la víspera del día que Galicia quería celebrar su fiesta patronal. Lágrimas y luto por la mayor tragedia que se recuerda en mucho tiempo. España entera quedó conmocionada por la noticia del accidente y las imágenes de horror en las vías de Santiago de Compostela, que quedarán permanentemente grabadas en la retina y en el corazón de las gentes, pero la reacción de solidaridad de Galicia, es de justicia resaltar, ha sido ejemplar en todos los órdenes. Aleccionadora.
La fecha del 25 de julio, ha sido otro día más triste que los compostelanos recuerdan. El día grande de las fiestas del Apóstol se convirtió en una interminable sucesión de recuento de víctimas y de ímprobos esfuerzos para dar consuelo a los familiares y amigos. Esta será en lo sucesivo la principal referencia de un 25 de Julio de 2013 que, lógicamente, recogerá la historia contemporánea de Galicia y sus gentes.
Todo un pueblo sacudido y todo un pueblo movilizado para intentar ayudar en la desgracia. Pero es de tal naturaleza la tragedia que hasta resulta difícil poder encajarla. Ochenta vidas se quedaron en la fatídica curva en la que un tren nuevo circulando sobre una vía nueva no pudo embridar su endiablada velocidad.
En un segundo cambia todo. El azar es un extraño demonio que en una décima todo lo transforma. Justo cuando Galicia estaba a punto de celebrar tranquilamente un año más los fuegos y fiestas del Apóstol, su santo patrón, coloreada la fachada de la Catedral y una víspera previsiblemente grande, un tren se salió de la vía y a muchos pasajeros los sacó de la vida. Y puso a todo el país en vilo y de luto. Lo peor es para los que dejaron sus sueños en esa tragedia. También lo peor es para esos familiares que recibieron la llamada de auténtico mazazo y que convierte la existencia de cada uno de ellos en un antes y un después de que sonase el teléfono.
El tiempo, no obstante, pondrá todo lo acaecido en su sitio. pero ya nadie podrá devolverles los días y las noches a los que se quedaron sin luz en ese tramo del ferrocarril. Lo que asimismo ha quedado claro es que la pasada noche del 24 de julio no ha sido una noche más de las fiestas del Apóstol. Ha sido la peor para muchos pues eran las veintiuna horas cuando el descarrilamiento de un tren Alvia clavaba su mortal puyazo en el corazón de Galicia.
Se trata del mayor accidente ferroviario de la España democrática: el número de muertos puede sobrepasar de los ochenta, y el de los heridos es superior. De todas formas, conviene ser prudente y no dar pábulo a informaciones definitivas y contrastadas. Lo que sí puede decirse con seguridad es que son excesivas. Muchísimas.
La ciudad de Santiago sigue triste y de luto riguroso. Las secuelas de tan magna adversidad creemos tardarán mucho tiempo en curarse. Resignación, pues.
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