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Filosofía sportinguista

16 de Agosto del 2013 - Ezequiel Martínez Rodríguez

Vaya por delante que las opiniones vertidas aquí son las de un inofensivo aficionado oral. Eso sí, bajo los auspicios de que toda opinión alberga en su oscuro seno un conocimiento de la realidad del fútbol practicado actualmente.

Creo que una inmensa mayoría de socios, simpatizantes, forofos, hinchas, aficionados en general... estarán de acuerdo conmigo y aceptarían como sinónimo de buen fútbol la siguiente alineación imaginable, reza así: Ablanedo II; Luis Enrique, Abelardo, Maceda, Uría; Iván Iglesias, Lediakhov, Valdés; Megido, Quini, Ferrero. Banquillo: Castro, Alonso, Joaquín, Mesa, Juanele (obviamente, excluyo a jugadores en activo). Entrenador: Novoa.

Los jugadores elegidos poseen cierto brillo técnico; cada cual el suyo, muy bien diferenciado. Y, algo más, a todos ellos les unía aquel aserto de Pedro Escartín (1941): «El balón, instrumento de trabajo para el jugador.» La misma idea se destila en el libro de Víctor Manuel Álvarez «Iniciación a la técnica» (1979), en cuya solapa aparece la imagen risueña de un joven Quini, con una naranja en una mano y en la otra una botella de Trinaranjus (curiosa y cariñosa premonición de Naranjito, mascota del Mundial de España-82), enmarcado con las gradas del estadio El Molinón, y a pie de foto se pueden leer estas palabras de El Brujo: «Para practicar el fútbol hacen falta entusiasmo, espíritu deportivo y muchos conocimientos técnicos (la cursiva es mía)».

Y si digo esto es porque aquella vieja división kantiana de las actividades humanas, las cuales puedan ser desempeñadas por profesionales, artesanos y artistas, sigue de modo muy singular vigente.

Pienso que no me engaño en esto que quiero decir, y es que ya solo quedan, hablando de fútbol, profesionales (salvo excepcionales casos). ¿Qué ha sucedido, pues? ¿Por qué cada día que pasa se ven en el terreno de juego más profesionales y menos artesanos y artistas? ¿Qué reglas de juego posibilitan que el fútbol practicado mayoritariamente sea cada vez más lineal y anodino? La respuesta a todas estas preguntas es sencilla: se prima el músculo sobre la mente; la pierna sobre el pie; el correr el jugador antes que el hacer correr al balón; el despeje del zaguero antes que el remate del delantero. Y digo más: sobran sudores y faltan soñadores. Sobran positivistas y faltan idealistas.

Desde luego, son muchos los entrenadores anclados en la trasnochada idea de que para ser futbolista previamente tienes que ser atleta (Álvarez del Villar y seguidores). Otros tantos de los pocos antropólogos deportivos sostienen la anterior versión y le añaden un componente más, la habilidad acrobática (Desmond Morris y discípulos). No es de extrañar, pues, que las pretemporadas de los equipos de Primera División sean auténticas sesiones de «tortura», suavizadas, eso creen los preparadores físicos, por el trabajo en plena naturaleza: brañas, páramos, bosques, explanadas, playas, etcétera, con el inocuo pretexto de fortalecer la capacidad aeróbica (fondo) imprescindible para encarar la temporada que se avecina.

Indudablemente, pensamos que para correr están las pistas de atletismo, y para jugar a fútbol, el terreno de juego.

Fue un entrenador de aficionados quien definió con cierta ironía proverbial el «deporte rey»: «Pasar el balón a un jugador que lleva una camiseta como la tuya».

Lo encuentro, filosóficamente hablando, mejor dicho por el ex entrenador del Sporting V. Boskov: «Fútbol es fútbol».

Subtítulo: Promocionar los valores de la cantera para recuperar el buen fútbol

Por lo que aboga, me parece a mí, la filosofía sportinguista es por un rechazo a lo físico y un fuerte provecho de lo técnico como único, raro, diferente. Prueba clara de ello es que el amor consciente con que se reverencia al balón supone a la postre el esmerado trato dado por los jardineros al césped de El Molinón, considerado tradicionalmente de los mejores, por no decir el mejor, de España. Otra prueba, no menos relevante, es la visión de los artistas asturianos, entre ellos, Marola y Baragaña, que en sus hermosos lienzos, pertenecientes a la pinacoteca del Sporting, resaltan los colores de la camiseta (rojiblanca) y, ¡cómo no!, el balón como protagonista incuestionable. Marola deja constancia con su peculiar estilo pictórico de la técnica en el golpeo. Baragaña pone el acento en el esférico que espera... saque de banda.

No sé hasta qué punto los sportinguistas comulgarán conmigo, pero en cualquier caso estimo (perdone el improbable lector por el atrevimiento) que es una filosofía interesante y merecedora de sumario examen.

Vamos a ello. Así como la mano izquierda (a la que llamaremos teoría) sería poca cosa sin la mano derecha (a la que llamaremos práctica), y la mano izquierda actuando parejamente con la mano derecha sería también poca cosa si no va dirigida por una estrategia (a la que llamaremos cabeza), que asegure un relativo buen hacer, ejemplarizante, modélico, dentro del organigrama deportivo del club. Toquemos madera.

Desde que en 1978 se fundó la Escuela de Mareo, la formación de jugadores de élite (pese a la buena voluntad) ha sido escasísima. Pocas dudas caben al respecto si comparamos resultados con los vecinos del Athletic de Bilbao (Lezama) y no digamos con los del F. C. Barcelona (La Masía) por una parte, y, por otra parte, la política de fichajes de los últimos años, que representa o presenta lo más frecuente, el poco crédito o rédito futbolístico, por ejemplo, reduciendo la proyección de jugadores forjados en la cantera. Expresado con la imaginación dinámica del poeta que mezcla lo terrestre con lo acuático: por la mar corre la liebre, por el bosque el boquerón.

Ahora, a causa de penosas circunstancias económicas y deportivas, puede ser el momento propicio de proponer una estrategia a corto plazo capaz de rebasar los conocimientos teóricos, que, según decía Esquines el filósofo, «las palabras bien dichas despiertan los juicios, más los grandes ejemplos persuaden los corazones».

Por ello, para que no dé la impresión de que escatimamos esfuerzos a la exposición práctica, plantearemos por orden algunos de los puntos más urgentes, a saber:

1.–El club convocará, por medio de cartel atractivo, a todos los niños, sportinguistas o no, comprendidos entre los 9 y los 11 años (edad de oro de los aprendizajes técnicos) para una selección de los 50 mejores en las instalaciones de Mareo, con fecha y hora.

2.–Se publicitará a través de los medios de comunicación de masas: televisión, radio, prensa escrita, prensa digital, internet...

3.–Se implicará a las peñas sportinguistas para colaborar en la difusión de los carteles, bien visibles en sus sedes, barrios, colegios... Asimismo, el club pondrá a disposición de cada zona geográfica (centro y alas de Asturias) cuantos autocares sean necesarios. También las peñas se encargarán de apuntar a los chiquillos que lo deseen. Nombre y apellidos, fecha de nacimiento.

4.–Punto último y no por ello menos importante. Una vez en Mareo, con la ayuda de un equipo de colaboradores, se pasarán sobre el terreno de juego unos test previamente diseñados de técnica individual/colectiva, y, llegado el caso, de táctica individual/colectiva, táctica de ataque/defensa.

En conclusión, este plan específico reclama tesoros de atención y vigilancia al sendero filosófico del buen gusto: tuya, mía, cabecina y gol.

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