Palabras raras

6 de Agosto del 2013 - José María Huerta González (Oviedo)

La pena de muerte está abolida en España. El aborto provocado es una injusta pena de muerte...

Así que al criminal más criminal que nos podamos imaginar no se le puede aplicar la pena de muerte en España. Sin embargo, en la misma España hay una amplia información y argumentos para que se pueda aplicar al recién concebido y no nacido, el denominado «nasciturus», término latino que significa «el que tiene que nacer»; el que no sabe por qué ni para qué está en el seno materno. Anécdota al margen. Asistí a uno de los primeros mítines socialistas en la periferia de Avilés. Intervenía un sujeto que estaba incluido en la candidatura socialista a diputados por Asturias, dicha persona defendía el derecho al aborto. Pidió la palabra una persona del público asistente que preguntó al ponente: ¿Qué diferencia hay para usted entre la vida intrauterina y la extrauterina? Respuesta: «Oiga, ye que usté emplea unes palabres que no hay quien les entienda». Naturalmente, salió diputado, no por su respuesta, sino por el número que ocupaba en la candidatura.

En prensa leí algo sobre el doctor B. Nathanson, famoso proabortista norteamericano, responsable de casi 75.000 abortos. En Estados Unidos abundaban las clínicas abortistas, practicar abortos era un negocio redondo. Este doctor llegó a hacerse cargo de una clínica abortiva y dio conferencias sobre el tema en varias partes del mundo.

Pero más tarde, al aparecer nuevas tecnologías por ultrasonidos, que utilizó muy profesionalmente para estudiar el corazón de un feto, le hicieron reflexionar sobre lo que se hacía en la clínica. Con tal reflexión se retractó de sus opiniones anteriores, lo que dio lugar a que él y su familia recibieran amenazas, incluso de muerte. No cejó en su nuevo argumento de que «no hay ninguna razón para provocar el aborto: el aborto es un crimen».

Posteriormente, junto con otro compañero que practicaba abortos, analizó los ultrasonidos sobre el vientre de una madre. Terrible, el feto sufría y abría la boca para gritar, lo que hizo que el doctor Nathanson decidiera poner punto final al aborto. A finales del siglo XX recibió el bautismo en la fe católica en Nueva York. He utilizado varios apuntes y recortes de prensa.

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