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La soledad de las personas mayores

4 de Agosto del 2013 - Alfredo González Mateos (Gijón)

Sí, señores, espero que no sean muchas las personas que pongan el grito en el cielo al leer el título de este artículo, no se puede generalizar, porque no todos somos iguales, sí es verdad que son muchas las personas que cuidan de sus mayores, con mimo y mucho cariño, pero también hay una inmensa mayoría que si los tienen en sus casas es por conveniencia, sobre todo en los tiempos tan difíciles que tenemos, pero en un momento determinado, por cansancio o agotamiento de sus familias, deterioro mental, se convoca una reunión familiar y se decide ingresarlo en una residencia de mayores con alguna deficiencia.

Muchas de estas personas mayores que aún tienen las facultades mentales muy lúcidas y positivas sufren, sí, sufren mucho al ver que sus seres queridos pretenden librarse de ellos, porque, no nos engañemos, ya empiezan a ser un estorbo para la familia, y es a partir de este ingreso cuando verdaderamente se empiezan a sentir mal día a día; sí tienen de un principio, todos los días, las visitas de sus familias, pero paulatinamente estas visitas se van espaciando poco a poco, hasta casi llegar al olvido.

Ya que estamos comentando cosas de alguna tristeza, déjenme escribir algunas de las verdaderas anécdotas que ocurrían el siglo pasado. Recuerdo cuando era un niño y se moría un vecino del pueblo, los críos de corta edad, como yo, nos reuníamos para espiar por la puerta o ventanas de la casa del fallecido y escuchábamos rezar el rosario y también llorar a las lloronas que se alquilaban a los familiares de la persona fallecida para el acto. Luego, también estaban los chupones chistosos, que no tenían otra misión que contar algún chiste para alegrar el velatorio, que por malo que fuera había que sonreír al gracioso, incluso la familia del difunto le sonreía, que más bien era una mueca de desagrado; estos personajes, en cuanto llegaba la medianoche, que la familia servía cafés con alguna copita a los presentes, se bebían uno o dos y se marchaban, misión cumplida.

Una de las cosas que yo jamás he compartido es que cuando ocurre un accidente en la calle o se comete un robo y el perjudicado es una persona de entre 60 y 70 años, los medios informativos al día siguiente ya publican lo de un anciano ha sido atropellado o robado en la calle: no, señores, hay que ser más sensibles y respetuosos con las personas de esa edad, dejen lo de anciano para más arriba.

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