Será falta de abandono
Un corto y rutinario viaje por nuestras carreteras nos hace ver desfilando ante nuestros ojos un sinfín de bajos bosques, con abundantes y largas hierbas, acompañadas de toda clase de malezas de medidas casi descomunales y diseminadas, principalmente, en arcenes y rotondas.
Otro, hacia las muchas áreas recreativas cercanas a nuestros domicilios, creadas hace unos años, también nos muestra la misma lamentable situación. Las que he visto sin segar ni adecentar desde hace varios meses.
En la carretera aún podemos circular, aunque la vista sea limitada en algunas rotondas donde nos puede acechar el peligro en forma de accidente por falta de visibilidad; pero bien es verdad que hasta que pase la desgracia no pasa nada. Luego ya se tomarán medidas.
En las áreas de descanso, tal como está actualmente la mayoría de ellas, pueden pasar muchas cosas: desde ser abordados por toda clase de alimañas allí camufladas hasta perdernos en tal entresijo la familia entera.
Me creo que esto ocurra en todo Asturias y Galicia por lo menos. No lo sé en Cantabria. Pero donde no ocurre, sin duda alguna, es en la vecina Francia, donde las rotondas de carretera no se distinguen de auténticos jardines perfectamente armoniosos y cuidados. No, no estuve allí recientemente, pero lo he visto por la tele, deleitándome y admirándolo durante el pasado Tour de Francia.
Yo, como muchos ciudadanos que hasta ahora vamos pagando nuestros impuestos, me pregunto: ¿el estado de las rotondas de las carreteras, áreas de descanso, sendas y demás lugares públicos estarán en la situación que se encuentran por falta de dinero, de organización o, simplemente, por falta de abandono?
Seguidamente explico a ustedes lo de «falta de abandono» para que vean que ni deliro ni estoy loco ni, mucho menos, intento hacerme el gracioso: allá por los años setenta del pasado siglo, con motivo de una reparación en mi vieja casa recién adquirida , entonces llegó Pepe, el contratista-albañil, y viendo la cantidad de zarzas, tojos y otras especies que, entre todas, impedían abrir la puerta del huerto, se volvió hacia mí diciéndome en bable: Oye Antonio, aquí hay muita falta d’abandono.
Por eso yo no puedo menos que preguntarme: ¿aquí hay falta de abandono, de dinero, de organización, de ganas de trabajar o de qué?
Ojalá que cuando se publique esta carta, si así lo estiman en el diario al que la dirijo, esté todo bien segado, como Dios manda, y podamos presumir de la «marca España». Si no ahora, con la visita de los turistas, sí por lo menos para la próxima Vuelta Ciclista, que está a la vuelta de la esquina.
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