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El oasis de El Cairo

31 de Julio del 2013 - Manuel José García Rodríguez (Oviedo)

Escribo estas líneas desde el avión que me trae de vuelta a casa, Oviedo, tras unas vacaciones en Egipto. Regreso al «primer mundo» y es la primera vez que de verdad cobran sentido para mí esas palabras. Yo iba con la imagen de El Cairo bonito y pulcro, de postal, pero me di de bruces con la realidad: miseria, suciedad, penuria, sin normas. Es difícil de describir con acertadas y breves palabras lo visto y vivido por este joven ingeniero que escribe. Si además añadimos que es un país islámico, en revolución, corrupto, profundamente machista y con un Ejército omnipotente y omnipresente, nos podemos hacer una idea de la dureza y lo inhóspito del lugar para la gente corriente y más para los pobres.

El motivo de esta carta es hablaros del Oasis que, por casualidad, me encontré en medio de aquel páramo. Es una residencia de ancianos recogidos de las peores y más insalubres calles. Mayores sin absolutamente nada: ni material, ni familiar, ni salud. Y esta labor es posible gracias a dos monjas, María Carmen y Marisol, del Instituto Secular Pro Ecclesia. María Carmen me enseña con alegría la residencia que poco a poco fueron mejorando desde sus inicios en 2004 para que 16 ancianos vivan dignamente en un país que no lo es. Ellas no sólo los asean, alimentan y suministran medicinas, sino que son su familia. Ríen juntos, lloran juntos, conviven. La soledad, la dependencia, la falta de afecto son las peores pobrezas que puede sufrir el ser humano, porque el cariño no se empaqueta en sacos al por mayor para ser enviado por avión.

La residencia va a cerrar porque las monjas ya son mayores y no pueden seguir realizando el durísimo trabajo. Me estoy emocionando y miro hacia la ventanilla del avión para que los demás pasajeros no vean mis ojos. Siento impotencia e indignación por que no continúe esta bendita obra. María Carmen me dice que Mensajeros de la Paz se interesó por continuar esta labor humanitaria. Visitaron la residencia y cuando todo parecía listo para el relevo no se consumó.

Desde aquí pido que Mensajeros de la Paz, con el padre Ángel a la cabeza, reconsidere su postura e intente dar prioridad a este proyecto. Sólo se necesitan recursos humanos, ¡nada más!, toda la infraestructura y materiales siguen allí. Y si no pudiesen hacerse cargo solos, comprensible por la situación que atraviesa España, que busquen alianzas con otras organizaciones. Porque no es justo que se cierre esta residencia. No.

El avión comienza a descender. Ya veo España a mis pies, pero esta vez siento que aterrizo en el paraíso.

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