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Una rebelión cívica

8 de Agosto del 2013 - Carlos Muñiz Cueto (Gijón)

Corrompidas proposiciones. Eso son sus propuestas. Pues cuando la historia analice las centurias transcurridas desde la revolución científico-técnica: la de 1750 a 1850 dedicada a la lucha por la igualdad, la de 1850 a 1950 por la libertad, descubrirán que en la de 1950 a 2050 hubo un total fracaso en lo tocante a la fraternidad. La ONU, el FMI y el BM serán los grandes fracasos de nuestro tiempo. Las personas libres no supieron rebelarse contra tanta corrupción palpable como hicieron de sus principios fundacionales estas instituciones. El mundo debe centrarse en reformar estos tres organismos internacionales y darles la vuelta como a un calcetín. Hacerles pasar por la cinta de Moebius y sacarlos de la pesadilla de irrealidad de Escher en que nos han metido. Debemos lograr que se conviertan en un aleph que, más allá de las finitas limitaciones de su codicia, sean una infinita esperanza de fraternidad para el mundo. Porque esa fraternidad global sería la única respuesta válida para la humanidad.

Señores del FMI, vuestra corrupta eficiencia no debe haceros olvidar vuestra sacrosanta función de servir a la igualdad, la libertad y la fraternidad entre todas las personas de este mundo y lograr que todo fluya hacia el objetivo de su bienestar general. Claro que las personas no deben olvidarse de ser personas y rebelarse contra cualquier tipo de opresión injusta o desigual que provenga de vuestra parte o de cualquier otra. Si hacéis tales propuestas como la de esta semana última, al menos sed honestos y renegad públicamente confesando: «Nosotros estamos aquí para que una escasa minoría de triunfadores tenga la igualdad de oportunidades, la libertad y la fraternidad necesarias, para esclavizar a la gran mayoría de los perdedores restantes, y hacerlo disponiendo de todos los medios que nos brinda el desarrollo científico-técnico, cuyo éxito y progreso sólo estará en función de su eficacia para tales fines».

En realidad, todo es porque tenéis miedo, no de que los esclavos se os rebelen y alcancen la libertad, sino de que sean otros los que se apoderen de los esclavos. El «Sistema» siempre ha dicho que su bondad estriba en su capacidad para la autorregulación, y no lo pongo en duda. Tampoco pongo en duda que la ecología en la Tierra siempre saldrá triunfante, aunque para ello tenga que eliminar a la especie humana. Como ya ocurrió con los dinosaurios. De éstos, sus máximos y numerosos descendientes son los pollos en granjas de cría para la alimentación. ¿Somos las personas simples pollos de cría para vuestra alimentación, la de los bancos, los banqueros y los directivos bancarios? Claro que en el lado contrario están los que, queriendo destruir esa igualitaria, liberal y fraternal cooperación entre entidades financieras y políticas para esclavizarnos, convocan y proclaman la igualitaria esclavitud de todos bajo el burocrático y totalitario Estado del socialismo real. Ya fue dicho en aquellos versos: «La guerra que vendrá no es la primera. Hubo otras guerras. Al final de la última hubo vencedores y vencidos. Entre los vencidos el pueblo llano pasaba hambre, entre los vencedores el pueblo llano la pasó también». Siempre el miedo de la gente a rebelarse o, al menos, a proclamar su indignación. No, el «Sistema» no es incorrecto, pero sí lo es su corrupto uso de privilegiar únicamente la igualitaria liberalidad, de esa fraternal colaboración entre poderosos; y el comportamiento cómplice de la obediencia debida de las personas.

Frente a tanto corrupto neo-liberalismo, como frente a tanto oportunista socialismo (real o irreal), propongo renovar e impulsar el personalismo. Hay muchas formas para ello, pero todas pasan por la rebelión pacífica de las personas frente a cualquier despótica situación, reprobando la corrupción de los conceptos y el engaño al que nos someten; puesto que por sus hechos los reconoceréis, deberíamos reconocerlos.

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