La vida en la plaza de abastos de Llanes
Nadie es más que nadie ni menos tampoco, pero es un deber personal –y aun acto de responsabilidad– aportar un punto de vista diferente e igual de justo que lo acontecido días atrás con la polémica generada en relación con la plaza de abastos de Llanes.
Mi nombre es Antonio Dueñas. Y regento un puesto de frutas en esta plaza. En toda mi vida no hice otra cosa que no haya sido trabajar, en muchas ocasiones de sol a sol, para sacar a mi familia adelante. No fue una vida fácil, con sacrificios y altibajos, sin días de descanso, como mucha gente vecina de Llanes que de sobra conoce mi trayectoria. En ningún momento quiero justificar nada; y aunque algunas personas hayan visto soberbia o altanería, la gente que me conoce bien sabe que mi manera de ser no es ésa. Para poner en antecedentes el estado real en el que estamos en la plaza de abastos, he de decir que nuestra vida empresarial se limitaba a un puesto de calle en la plaza Parres Sobrino, durante días de sol y lluvia, y de buenas o escasísimas recaudaciones económicas, pero siempre dura.
Cuando el Ayuntamiento decide crear un plaza de abastos y con ello eliminar la venta en la calle, nos vemos abocados a un destino incierto dentro de la vida cotidiana llanisca, con una inversión económica que no teníamos: dos millones y medio de pesetas del año 1994.
Nos invitan a ello a los fruteros que compartíamos actividad en la calle, por la necesidad del momento, que en el futuro la plaza de abastos solamente va a soportar un negocio por actividad comercial, es decir, una sola carnicería, pescadería, frutería o cualquier otro negocio.
Nuca nos asustó compartir actividad y creemos en la competencia porque es buena para mantenerte despierto y porque la diferencia la pones tú, intentando dar lo mejor de ti a tus clientes, bien sea con calidad en el producto, servicio y/o precio, cada persona decide cómo gestionar su negocio.
Por otro lado, el reglamento de la plaza –que nosotros no elaboramos– habla en su artículo ocho de la venta ambulante de los días de mercado semanal donde refleja claramente el tratamiento que debe dársele y de quién depende su organización. Nosotros ni debemos ni podemos decidir sobre nada de lo que acontezca en la plaza.
Todo esto no es una justificación, sino una explicación para disipar dudas y desinformación –que nos consta que existe–, es una explicación del porqué de nuestra postura. Nunca nos opusimos a que nadie se instalase en la plaza; es más, Frutas Toño lo considera beneficioso, pues habría más afluencia de clientes, por otra parte muy necesario; pero siempre me enseñaron que debe respetarse lo firmado y el reglamento que rige el modo de actuación en la plaza debe cumplirse, con todas sus consecuencias. Nunca pretendí que nadie me regalase nada, pero no me gusta como creo que a nadie le guste, que se salten los derechos.
Quizá treinta años de cesión sean muchos años, pero yo no lo elegí, me lo ofrecieron por contrato y lo firmé. ¿Alguien rechazaría algo que considerase beneficioso para sí mismo sintiéndose amparado por un contrato?
Desde aquí invito al Ayuntamiento a reformar el reglamento o lo que impida el establecimiento de nuevos puestos, pero siempre desde el punto de vista legal, sin vulnerar los derechos de unos ni otros. Todo el mundo tiene derecho al trabajo y por nuestra parte nunca hubo ningún problema, por más que alguien –no sé el motivo–, se haya empeñado en involucrarnos con lo contrario.
Somos gente trabajadora y responsable, y no queremos polémica ni guerras comerciales estériles que sólo traen ríos de tinta y tensiones innecesarias entre vecinos. Nuestra disposición al arreglo de los problemas es plena, porque nosotros sólo queremos hacer lo que sabemos y hemos hecho toda la vida: vender fruta y trabajar por y para nuestros clientes.
Antonio Dueñas García, Llanes
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