¿Fiestas seguras para los niños ovetenses?
Estimada señora Fernández Acevedo:
Soy el padre de Lourdes, de quien dice leyó con mucha atención su carta, y quisiera agradecerle su interés por la seguridad de mis hijos y convecinos, al instar a la comisión de festejos a dar cumplimiento a una normativa que en absoluto puede ser de aplicación a esta pequeña localidad por lo desproporcionada de la misma.
Por suerte, en este país en el que vivimos se encuentra prácticamente todo reglado y cualquier norma que se viene publicando, aparte de su desarrollo y articulado, se compone de sus correspondientes disposiciones adicionales. Viene este apunte dado a que no podemos comparar el concierto de Bruce Springsteen en Gijón, donde en el estadio del El Molinón se congregaron varios miles de personas, a una pequeña jira en Quintana-Villapérez, donde en el pico más alto de concentración podría haber unas 70 personas, en un espacio de entre 4.000 y 5.000 m.². Es de sentido común que la aplicación del mismo rasero es visiblemente desproporcionada, como tampoco se puede exigir el mismo gasto a una comisión de festejos de una gran localidad como a la compuesta por cuatro vecinos que les resulta imposible hacer frente al mismo.
Igualmente me pregunto si tienen ustedes desde el Ayuntamiento el mismo nivel de exigencia, en materia de seguridad, hacia las concentraciones de personas que practican botellón cada fin de semana, quienes sospecho no tengan autorización, ni los responsables de las mismas cumplan con las exigencias legales establecidas para garantizar la seguridad de todos los menores y jóvenes que «disfrutan» de tal ambiente festivo. Lo evidente es la suciedad que luego se acumula en esos lugares, que por supuesto lo retirará el servicio de limpiezas de nuestro Ayuntamiento, que pagamos todos los ovetenses, así como las molestias que causan a los vecinos, y el gasto que supone tener que desplegar a los cuerpos policiales y sanitarios.
También debe de ser por nuestra seguridad el que cada vez tarden más tiempo los servicios municipales en limpiar nuestras pequeñas carreteras rurales, así como nuestro querido y abandonado monte Naranco, donde, por cierto, ayer hubo un incendio.
Podemos informar mal a nuestros hijos en muchas ocasiones, pero le aseguro que intentamos imbuirles el máximo sentido común, del que en muchas ocasiones los adultos carecemos.
Espero que le sirva de reflexión, gestionen adecuadamente nuestro dinero evitando gastos innecesarios, como los expuestos, y sean conscientes de que no nos pueden exigir el título de patrón de yate para llevar una barca de pedales.
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