Por Alba Pérez

16 de Agosto del 2013 - Cristina Iglesias Corripio (Aramil (Siero))

Una tarde estaba aburrida y me puse a mirar los perfiles en una red social. De repente vi una foto de una niña muy bonita, pero al momento me di cuenta de que algo le pasaba porque no tenía pelo... A lo largo del día vemos fotos así en las redes sociales, pero yo por lo menos no suelo pararme mucho a mirarlas, pero esa niña me llamó la atención. Pulse la foto y vi que se llamaba Alba y que estaba muy enferma a causa de un «bicho» que no se lo estaba haciendo pasar muy bien. Me puse a leer todos los post que su padre había ido escribiendo hacía años y sólo con leer tres se me saltaron las lágrimas. Pasaron los días y fui viendo que el papá se llamaba Rafa, la mamá Nieves, que tenía una hermanita melliza, Ariadna, y que Alba tenía cáncer infantil desde los 5 meses. Ahora tenía 4 añitos y sus padres estaban desesperados porque no encontraban una cura para matar ese «bicho» y el tiempo corría en su contra. Habían creado una asociación para poder recaudar fondos para el tratamiento de Alba y para la investigación del cáncer infantil. Miles de personas llamadas «alberos» colaboraban gracias a donativos, venta de pulseras, mercadillos solidarios... Desgraciadamente la cura no llegó a tiempo. ¿Por qué os cuento todo esto si hay muchas Albas que pierden la vida todos los días?, pues para desahogarme y decir a los altos cargos de este país que no queremos más Albas, ni que ningún niño más pase por esto, y si en vez de estar jugando tienen que sufrirlo, que se les dé una mejor calidad de vida, o, por qué no, una cura. Por los momentos que estamos viviendo, están «obligados» a recortar en todo menos en sus sueldos, coches oficiales, sueldos vitalicios..., pues por lo menos destinen aunque sea una mínima parte de su sueldo a estas asociaciones que luchan por todos, porque esta vez le tocó a Alba, pero nadie tenemos la vida comprada, ¿cómo se sentirían si les pasará a sus hijos, nietos...?, seguramente en ese momento sí que invertirán su sueldo y todos sus ahorros en salvarlo, pero les pasará lo mismo que a todos los niños que se van vencidos por estas enfermedades. No les va servir de nada invertir todo ese dinero en ese momento porque la cura no se encuentra fácilmente. Espero que esta carta les haga reflexionar, miren a su alrededor y aunque suene muy fuerte, imagínense que ese niño con el que juega todos los días se ponga enfermo de cáncer. Los alberos ya lo hemos hecho, y por ello con su ayuda o sin ella vamos a seguir luchando, pero con ustedes la lucha será por lo menos un poco más fácil.

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