Señor Cascos, esperaba más de usted
Usted, señor Cascos, al no ser valiente y reconocer que cobró sobres y sobresueldos (si así fuera, como dice Bárcenas), sabedor de que los delitos o las irregularidades, si los hubiera, ya prescribieron, estaría, eso, cubriendo una falta con una mentira; que no es otra cosa que reemplazar una mancha con un agujero. Lo cual se estaría agrietando a sí mismo, haciéndose agujeros por todo su ser como hombre decente y digno.
Debe honrar la vida, señor Cascos, y si fuera cierto que cobraron esos dinerales, como todo indica por los papeles de su amigo, compañero, tesorero y gerente, ¿qué le queda, señor Cascos, en esta vida para dignificar su propia existencia en la política española, y dejar claro ante los españoles que en un momento dado era costumbre repartirse dividendos dentro del partido, y, a poder ser, dejar claro de dónde provenían esos dineros? Señor Cascos, he de reconocer que usted siempre me pareció un hombre valiente y digno. Pensaba que a sus años podría representar el apoyo que necesitamos todos para esclarecer las irregularidades que se cocían y cuecen, no para castigarlo a usted (que bien sabe que ya prescribieron todos sus cargos, si los hubiera), sino para limpiar los partidos y la política en general. «El castigo del embustero es no ser creído aun cuando diga la verdad» ( Aristóteles).
Señor Cascos, en esta vida, cuando se es joven se cometen actos que con el paso del tiempo los puedes ver como perfectas barbaridades. Lo cual, el reconocer que todos en un momento dado cometimos irresponsabilidades de juventud, es honrar nuestra propia existencia. Cuando alguien dice que él jamás cometió nada que se saliera del carril establecido, estamos ante una persona a desconfiar, que miente y engaña. Por ello, señor Cascos, si cobró esos sobresueldos, le estaríamos agradecidos, haría un favor inmenso a la sociedad, para limpiar la podredumbre que rodea la política, y su conciencia se lo compensaría si es capaz de decir que, en efecto, en aquellos tiempos se salieron del carril establecido por la inocente edad y una democracia incipiente.
Además, usted, señor Cascos, tiene a su favor que durante los años que estuvo en el Gobierno los españoles (al contrario que ahora, que ven cómo les recortan hasta el aire) veían cómo prosperaban y la economía crecía como jamás lo había hecho. La indecencia es la de ahora, que mientras se recorta en todo y a todos, pudieran los dirigentes del PP y su Gobierno seguir repartiéndose sobres como churros.
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