Un señor donde los haya
¡Qué gran paisano! Y se nos fue. Pero queda el recuerdo, ¡que es vida y presencia!
Expreso el sentimiento de sus muchos amigos y compañeros cuando me pongo sobre el ordenador para dedicarle unas palabras de despedida a nuestro entrañable amigo Mariano Medina.
Alcanzó como árbitro de fútbol méritos y honores internacionales que sólo los elegidos consiguen. Conocía el fútbol y sabía de fútbol como pocos en el mundo deportivo. No es mi opinión, es la de los muchos aficionados con los que trataba y conocía.
De igual modo que poseía una fina sensibilidad para la música.
Estando aún en activo arbitral, «fichó», argot futbolístico, por el Banco de Asturias, donde ejerció su cometido en la estructura comercial con inteligencia y eficacia, como era su estilo en el fútbol, llegando a ocupar cargos de dirección en diferentes oficinas. Medina Iglesias cosechó durante su vida infinidad de amistades, en todos los lugares, muchos, por los que transitó y otros campos y actividades en las que actuó. Por su carácter de seriedad, ecuánime, leal, buena persona se ganó la estima de las gentes y de la ciudadanía ovetense sobremanera.
Con sus compañeros del Banco Asturias mantuvo una estrecha relación, siendo elegido en su fundación miembro de la junta directiva de la asociación de jubilados, que me honró presidir. Su trato delicado, respetuoso, prudente, su sensatez hacían las reuniones fructíferas y las tertulias posteriores, amenas y entretenidas.
Siempre pendiente de su familia. Ha sido buen esposo y padre. Vi a su esposa, pendiente de él, siempre a su lado, ofreciéndole amor y atenciones, que en los últimos años fue necesitando en mayor medida. Su hijo, con la savia del arbitraje en sus genes, siguió los pasos de su padre. Él, en todo momento, vivió pendiente de ellos.
Mi trato con Medina Iglesias fue más intenso en los últimos años, ya jubilados, aunque había estado algún tiempo dependiendo de mi área y vivimos circunstancias duras, muy duras unas y de satisfacción otras, teniendo que manifestar que su comportamiento fue, en todo momento, ejemplar y de exquisita corrección, y en ese mismo tono con toda la familia que formábamos empleados y jubilados del Banco de Asturias. Lo que vengo diciendo: ¡se nos fue un gran paisano!
Y esas mismas cualidades, más intensas, las dedicó hacia los suyos, María Josefa, Mariano, Eva y María del Rosario y familia en pleno, a quienes solicito ¡fortaleza y ánimo! Ha sido un privilegio vivir en su compañía. Y termino como empecé. ¡Falleció un gran señor!
Nos queda su recuerdo, que es ¡vida y presencia!
Mariano: Dios te tenga en su gloria.
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