Los Borbones y el Peñón
Ahora que ha saltado a primera línea de prensa y actualidad el tema de Gibraltar, me gustaría que nuestro augusto monarca por la gracia de Francisco Franco diera su opinión o al menos pidiera perdón, no por los pobres elefantes y si por esta tensión provocada por sus antepasados durante estos 300 años. Como todos los que no somos de la LOGSE sabemos, el último de los Austrias en España, Carlos II, un adefesio físico, engendro y víctima del amancebamiento e incesto continuado entre los miembros Habsburgos a los largo de siglos, muere sin descendencia y aparecen en escena por desgracia de nuestro país la casa Borbón, encarnada el la figura del nieto del Rey sol y sobrino del fallecido hechizado, Felipe de Anjou, V de España. Pues bien, como no puede ser de otra manera en un Borbón, la primera en la frente. Para terminar con la Guerra de Sucesión y pese a que los ingleses se habían ya cambiado de bando, mal que le pesase a Marlborough (Mambrú para los que se sepan la canción), se bajó sus reales pantalones hasta los tobillos, y de un plumazo regala a los hijos de la Gran Bretaña, la mitad del imperio que tantos tercios costaron a la corona española, entre ello el puerto y el castillo de Gibraltar, que no el Peñón. Pero bueno, que vamos a esperar de un gabacho, que aunque real, gabacho a fin de cuentas, que como bien sabemos y conocemos, muchas simpatías no nos tienen a los espinguines.
Y así hasta nuestros días, a excepción de Carlos III, como excepción que confirma la regla, y así y todo con sus muchísimas sombras, nos tocó el gordo con nuestra saga monárquica. Que decir de Carlos IV, que se recreaba matando animales y peleando mientras su santa esposa regalaba títulos y bastardos a Godoy. Del felón Fernando VII qué decir, asesino, traidor a su padre y a su patria, sanguinario, vamos, una joya. Su hija Isabel, de tristes destinos y alegres camas, no hubo guardia de corps o granadero que no conociera mejor sus sábanas que los cuarteles. El breve Alfonso XII, cliente perpetuo de tascas, burdeles y demás parroquias de la Villa y Corte. Y de tal palo, tal astilla con el XIII. Y como guinda del pastel, el dedoelecto del dictador, el que dejó a los saharauis tirados como a ratas, el que le dio sopas con ondas a su padre, el que fue capaz de jurar los principios fundamentales del movimiento con la derecha y la Constitución con la izquierda, el que mientras los españolitos gritábamos y pedíamos un Gibraltar español, invitaba al Príncipe colonizador y su cornuda esposa, la malograda Lady Di, a lujosos veraneos en Bellver. El que mientras nos recortaban y ceñían el cinturón hasta dejarnos cintura de avispa anoréxica, se dedicaba a pegar gatillazos en Bostwana a elefantes y corinas, unos con carabina y otros con viagra. El que trata de conocer la voluntad de 40 millones de españoles y ¿desconoce? los trapicheos y el mangoneo de su yerno.
Por todo ello Majestad, hable y de la cara ahora o calle para siempre, porque lo echamos de menos en estas lides, en accidentes de tren, etc.y lo echamos de más en partidos de futbol, carreras de F1 en Bahrein y cacerías. Y si a estas alturas no sabe estar a la altura de las circunstancias, deje paso al VI de los Felipes, que tendrá que esforzarse mucho y bien o si no, tal como está el patio, se hará buena la leyenda que dice que una dinastía Real empieza y acaba con un Rey del mismo nombre.
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