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Para las ruinas están los héroes

20 de Agosto del 2013 - Fermín Alonso Sádaba (Oviedo)

Este es uno de los episodios ejemplares de la Historia, en el que, muriendo, se vence... Este es el Simancas, el «Todo por la Patria», ejemplo perpetuo de soldados y modelo en que inspira su conducta, la oficialidad.

El 21 de agosto de 1936 el cañoneo sobre el Cuartel del Simancas hace tambalearse desde los cimientos a los tejados.

Hay bajas sensibles. La aviación lanza bombas sobre el cuartel. De todas partes tiran. Hay más de diez mil hombres en torno al recinto; dentro, poco más de trescientos.

El cerco es cada vez más estrecho, pero el Simancas desangrado, extenuado, solo, no se apresta todavía a morir, y se defiende heroicamente.

El coronel Pinilla adopta sin el más mínimo titubeo: «Antes morir que rendirse».

Al amanecer el ataque es tremendo, todas las piezas de artillería rojas disparan sobre el edificio, y todas dan en el blanco.

Todo se derrumba, pero es igual, para las ruinas están los héroes.

Los techos se derrumban y los muros se quiebran. Ya no hay parapetos ni barricadas. Los defensores tiran a pecho descubierto desde donde pueden.

Una granada alcanza el techo del edificio, y el humo da la señal, de aviso ¡Fuego!

Ardía el viejo desván del edificio. La madera reseca es pasto apropiado y fácil. El incendio se extiende peligrosamente. Imposible apagarlo, no hay medios de ninguna clase.

Un nuevo enemigo tienen los defensores, el fuego. Ahora el calor asfixia, el humo abrasa la sed, pero el Simancas no se rinde.

Una gran explosión abre un enorme boquete en la tapia de la calle Camposagrado. Un grupo de marxistas penetra por primera vez en la heroica Ciudadela. Los defensores logran desalojarlos. Nada abate el ánimo de los sitiados. Caen muchos, pero los que quedan luchan por ciento y se defienden entre escombros, entre las vigas ardiendo, dentro de las mismas llamas.

Todos saben que la resistencia, en aquella inmensa hoguera, que es el cuartel, se ha hecho imposible. No llegan a medio centenar los hombres que se tienen en pie.

De pronto, por dos brechas del edificio, penetran grupos de asaltantes. Los defensores se repliegan hacia el edificio en llamas, y allí se aferran y resisten:

El coronel Pinilla transmite al «Cervera» este mensaje: el último que manda a sus hermanos del mar, lleno de impávida grandeza, como para asombrar al mundo entero:

«El enemigo está dentro, disparad sobre nosotros».

En el Crucero, el despacho causa desconcierto. ¿Será otra estrategia roja? Y responden:

«Recibido despacho, dénnoslo cifrado».

Ni cifrar ni nada. Se lucha entre las llamas en el interior del cuartel y la humareda les ciega.

Van cayendo los defensores, pero según va muriendo un compañero, su cadáver, sirve de parapeto, y, tras él, se defienden.

El coronel Pinilla se defiende con un machete, a pesar de estar cosido a balazos: se derrumba en el suelo y, a bayonetazos, es rematado.

La gesta heroica del Simancas ha entrado en la Historia de los hechos más gloriosos de Gijón, de España y del mundo entero.

Por las calles de Gijón, desde un camión, se exhibe la Bandera del Simancas. ¡Valioso trofeo! Al desplegarse muestra los tres colores de sus franjas, el rojo, el amarillo y el morado de la república.

Desde el crucero «Almirante Cervera» se envía al coronel Aranda, que está defendiendo Oviedo, el siguiente mensaje:

«Toda la dotación rinde homenaje, tributo y admiración Gesta Heroica guarnición de Gijón, digna continuación Historia verdadera de España, en la que, Simancas y Zapadores, aparecerán ante nuestras juventudes, como dignos émulos de Sagunto y Numancia. ¡Viva España! Misa el día 21 a las 8 de la tarde en la parroquia de la Inmaculada de Gijón».

Fermín Alonso Sádaba, Oviedo

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