El lamentable estado del monasterio de Cornellana
Al regreso de una reciente visita a la villa de Salas para compartir almuerzo con la inefable Marichu –lo merecen 95 años de «Los Carajitos»– en el Castillo, bien cuidado y atendido por profesionales exquisitamente amables, hicimos en el corto camino a Oviedo, un alto en Cornellana. Para quienes valoran el patrimonio histórico asturiano, es obligada la visita al monasterio de San Salvador. Y podemos asegurar que, una vez allí, suspendimos la visita por el dolor que nos produjo el patético espectáculo que ofrecen su desidia y abandono. Su estado es tal, que amenaza con caerse a pedazos. Inevitablemente nos acordamos de Joaquín Manzanares, desaparecido cronista oficial de Asturias y gran defensor de nuestro patrimonio cultural, que seguro que hubiera denunciado tal situación.
Como es sabido, se trata de varios edificios pertenecientes al estilo románico. Fundado en el año 1024 a partir de una iglesia mandada construir por la infanta Cristina Bermúdez, forma parte importante del patrimonio histórico asturiano. Precisamente ese día, con motivo de las fiestas de Cornellana, la juventud disputaba un campeonato de parchís en la planta superior del edificio; mientras en la inferior se preparaban, alrededor de los arcos del claustro, las viandas para celebrar una merienda-cena regada por cajas de sidra. No sería un exceso que tanto esa misma juventud como los demás vecinos del pueblo y del concejo se movilizaran para que las autoridades tomaran en serio el drama de destrucción que se cierne sobre el monasterio.
Mientras tanto, en Avilés, discutiendo si lo del Niemeyer son galgos o podencos; en Llanera, que antes de finalizar el año se inaugurará el circuito Fernando Alonso; en Pola de Siero, devanándose los sesos para ver cómo van a llenar de contenido el auditorio teniendo a 14 kilómetros el de Oviedo; en Miranda de Belmonte, sin abrir el acabado hace años Museo del Lobo; en Villabre, capital de Yernes y Tameza, al lado del Ayuntamiento, un edifico para servicios municipales en un concejo de unos 170 vecinos; y así un larguísimo etcétera. En resumen, convendrán con nosotros en que ésta es una región con un gran número de cargos ociosos, a quienes no se les exige responsabilidad alguna. Y a todo esto, en Oviedo, poniendo el grito en el cielo entre el Ayuntamiento y el Principado por un quítame allá esa zapatilla que permaneció varios días sobre la fuente de Foncalada.
José Antonio Coppen Fernández
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