Deportación de terminales
Esta mañana oí en la radio muy temprano que en el HUCA cerraban una planta de oncología. En el año 2004 me diagnosticaron un cáncer de mama. Si hoy escribo estas líneas es gracias a la labor y el buen hacer de grandes profesionales sanitarios, que me atendieron y no escatimaron en medios para tratarme.
Aquel año pasé muchas horas en el edificio A del HUCA. Me daban la «quimio» en la segunda planta. Al ir hacia allá, siempre miraba hacia las ventanas de la primera planta, son ingresos de oncología. Y no dejabas de pensar... «que vaya todo bien». «A ver si aguanto este ciclo... uno más». La séptima planta también ¿era... es... oncológica? Visité en más de una ocasión a conocidos que estaban allí ingresados. Silenciosa... recatada... profesional... Siempre pensé que si por cosas del destino las cosas me fueran mal, allí me atenderían dignamente, con mi médico y un espacio para mis familiares. No quisiera que me deportaran. No menosprecio con esto ni otros servicios, ni otros centros hospitalarios. Pero si algo funciona y bien, ¿por qué cerrarlo?
¿La crisis? Si hay que recortar gastos, «yo» y «otros miles» les indicamos gustosos dónde meter la tijera.
Es una sanidad pública, que costeamos todos los españoles y la queremos eficiente. Ustedes, a quien corresponda, están manejando dinero público, es decir, mío y de otros cuantos millones de españoles, y visto lo visto no lo hacen nada bien.
No creo que mermando la atención sanitaria arreglen el desaguisado que tienen ustedes montado y digo «ustedes».
Ojalá pudieran, mis queridos señores, cerrar muchas plantas por no tener pacientes que atender. Les aseguro, créanme, que no fue ni es de mi agrado ocasionar gasto alguno a la sanidad.
Aprovecho esta ocasión para agradecer a todos los profesionales sanitarios, y digo a todos, no sólo médicos y enfermeras, su gran labor. Gracias a ello, sigo aquí.
P. D. Sigue en pie lo de darles a «ustedes» ideas dónde meter la tijera. Son ideas eficaces y las arcas públicas lo notarían. Pero creo que no serían de su agrado.
Pilar Álvarez Fernández
Oviedo
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