Ángel de la Fuente Martínez no es presidente de la Asociación Hijos de las Caldas
El día 27 de junio de 2013, a las 14.00 horas, quien suscribe entregó en el domicilio social de este diario un artículo cuyo título original es «La puesta en valor de la cueva de Lluera, una iniciativa digna de elogio». Al final del documento hizo constar «Ángel de la Fuente Martínez es profesor del departamento de Geografía e Historia del IES Aramo y coordinador del programa de visitas a la cueva de Lluera».
El día 10 de agosto de 2013 este periódico publica en la sección «Oviedo y Centro Semanal» –tribuna ovetense– el artículo con un título acertado y sobre el que nada tengo que objetar «La Lluera, el bien común», pero cuál es mi sorpresa cuando recibo la llamada de mi madre comunicándome que bajo mi nombre figura el cargo de presidente de la Asociación «Hijos de Las Caldas». A continuación, no me libro de una regañina porque da por cierta esa información y pensaba que había ocultado ese cargo a los familiares más directos. En ningún momento he firmado como presidente porque no lo soy y nadie puede suplantar a don José Antonio González Álvarez, que es el actual presidente de la asociación; pero la cosa no queda ahí porque la persona de la fotografía es el economista Ángel de la Fuente. Simplemente soy un ciudadano nacido en San Juan de Priorio, El Recreo, docente de profesión y preocupado por el patrimonio que nos ha legado la Naturaleza y la Historia. Mi condición de funcionario de la Consejería de Educación, Cultura y Deporte me obliga a desarrollar los objetivos previstos en la actual ley de Educación entre los que se encuentra obviamente una referencia al patrimonio natural y cultural. Colaboro como entusiasta y conocedor de la historia de mi parroquia con esta asociación de la que soy un simple asociado.
En virtud de ese error involuntario al que soy ajeno considero necesaria una rectificación porque en un espacio temporal de dos meses me han jubilado de la profesión y ahora me nombran presidente de una asociación. La consecuencia es que estos gazapos contribuyen a generar confusión, comentarios, interpretaciones, deducciones fuera de lugar; por ejemplo, cuando mi situación profesional figuró como profesor jubilado saltó la alarma y alguien se encargó de decir que la causa de la jubilación era que padecía una grave enfermedad.
Disculpando estos despistes involuntarios, aprovecho la ocasión para agradecer al periódico la publicación de mis artículos de opinión.
Un saludo.
Ángel de la Fuente Martínez
Oviedo
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