Ocupaciones sin casillas

El Incual nos saca de las casillas, se empeña en ser innovador descubriendo como novedad los cinco niveles profesionales del Sedoc (sistema europeo de demandas y ofertas de colocación) de 1985 y se olvida de los ocho niveles profesionales del Marco Europeo de Cualificaciones creado en 2006 y establecido como referencia para toda Europa en 2008. Claro que: ¿quién es Europa para dar recomendaciones al Incual? Además, como nos espetó su presidencia al comentarle los ocho niveles europeos: «para ser eficaces es necesario establecer pocas casillas». Con perplejidad pienso en las miles de ocupaciones descasilladas y sin cualificación por esa cualificada opinión. Todo por aunar en, un reduccionismo absurdo, todo en una única indisoluble e intolerable cualificación. Donde debería haber un mínimo de 600 horas de destrezas cognitivas para entender un campo tecnológico, ellos lo reducen a 120 de conocimientos generales. Lo cual, para una formación inicial de grado, no está mal. ¿Pero dónde quedan las otras 480 horas de destrezas cognitivas de postgrado necesarias para la eficacia profesional en dicho campo tecnológico? ¿Acaso pretenden hacerla en la formación dentro de la empresa «usuaria» de tecnología y carente de ellas? Pues no va a ser, a lo sumo en ella estarán las necesarias destrezas prácticas. Otra cosa es en las empresas «desarrolladoras» de tecnología, en ellas sí que habría destrezas cognitivas, y de ellas deberían salir los instructores que, luego aguas abajo, las impartirían como postgrado en la formación permanente ocupacional. Faltan técnicos cualificados, plañen los instigadores de este desastre formativo, y dicen que buscan técnicos fuera: pues me parece que ni cuidan ni buscan donde deberían, pues apenas se les ve por los centros de formación para el empleo. Luego, para colmo, todo se complica y se agrava al tener el mundo laboral tendencia a unificar ocupaciones, y por otra, a exigir muy completas destrezas cognitivas en avanzadas tecnologías; por lo que, el Incual y compañía, creen que con cuatro generalidades sin enseñar las necesarias destrezas cognitivas, ya lo abarcan todo y en poco tiempo, y se es mecánico, eléctrico, electrónico, oleohidráulico y neumático, todo en un viaje. Y van y se lo creen; y no sólo se lo creen, sino que dicen que lo certifican, y nadie protesta.

Empeño a puesto todo el mundo en consolidar todos estos disparates formativos con nuestros empleadores a la cabeza, que, ayudados por los corresponsables sindicatos y las malas decisiones de nuestras políticas formativas, ahora se sienten preocupados. Algunos de estos empresarios parecen empeñados en vampirizar a la sociedad a base de chantajes y petición de subvenciones. Como si no fuese, su obligación y su responsabilidad, el abrirse camino con sus propios medios para, así, abrirnos camino al progreso a toda la sociedad. Una sociedad que colaborará con sus trabajos y empleos, no dándoles su propia sangre en subvenciones, sino recibiendo parte de la riqueza que conjuntamente se generase y aportando su iniciativa. ¿Qué tal vamos de empleos, de producción de riqueza, y de su reparto? Recuerdo a un instructor docente del Ministerio de Trabajo que, en aquella época de los primeros ochenta del siglo pasado (a petición del sindicato UGT), diseñó un centro de formación permanente ocupacional para pedírselo al Inem (creyendo que sería un centro propio). Y lo diseñó, de tal manera, pensando en la automatización de los procesos industriales, en la fabricación mecánica robotizada, y en la innovación de la industria alimentaría como visión de sector de futuro para Asturia, que, al final, resultó ser un centro de Nuevas Tecnologías para los Fondos de Formación del Naval. ¿Qué habrá sido de aquel proyecto reconvertido en Fundación Metal? Sobre todo, ¿qué habrá sido de los proyectos de formación profesional permanente ocupacional que tenían desarrollados aquellos instructores docentes del Ministerio de Trabajo a través de las mesas nacionales, para que los ejecutase el Inem con sus propios medios? Pero no, los sindicatos y los emprendedores empresarios empleadores, dijeron que: ¡de eso nada! Que ellos se encargarían de toda esa formación que, eso sí, debería pagar el Inem. Mientras, el Ministerio de Educación, reforma tras reforma, intenta concebir (y no llega ni a comprender) el concepto y desarrollo de la formación profesional permanente ocupacional y sus módulos formativos. ¡De qué se lamentan nuestros emprendedores empresarios empleadores! Algunos dicen que lo que piden son esclavos. No me sorprendería nada. En una época en la que ya podemos considerar oficialmente que el obrero ha muerto, se busca competir (contra los procesos automatizados de producción que existen fuera) con técnicos multitarea a pie de máquina: torneros, fresadores y mandrinadores (que, parece ser, son buscados y traídos de otros lugares donde, lamentablemente, ya fueron desplazados por las máquinas robotizadas) y no piensan en competir con técnicos modernos de fabricación mecánica que (situados delante de un terminal de CAD-CAM con sus simulaciones de las máquinas y centros de mecanizado disponibles), incluso tienen prohibido acercarse a donde las máquinas están fabricando a destajo. Sí, va a ser que serán necesarios esclavos (y técnicos traídos de fuera como ya pasó con las rozadoras mineras) para ser competitivos y mantener el nivel económico sobre todo de algunos (lo que pasa que la mina nunca fue competitiva y, para compensar, se le dijo estratégica para mantener el nivel económico de algunos). Políticas equivocadas y agentes sociales inadecuados, habrán sido y son los responsables. ¡Por Dios! Necesitamos técnicos de los niveles europeos (no del Incual): 3, 4, 5, y 6, con destrezas cognitivas impartidas por una innovada permanentemente formación ocupacional para el empleo; técnicos capaces de entender las complejas tecnologías de las producciones automatizadas y sus maquinarias, y no aprendices de destrezas operativas manufactureras de nivel 1 como en el siglo pasado. ¡Cómo no voy a salirme de mis casillas cuando los auténticos responsables se tiran collejas entre sí, y se equivocan, cayéndonos a nosotros!