Alzheimer

3 de Septiembre del 2013 - Carolina Fernández González (Avilés)

Dedicada con cariño a todas las personas que cuidan a un familiar con Alzheimer

Alzheimer

A

Antes y ahora. Sentir que nuestro familiar se escapa de nuestras manos al mismo ritmo que avanzan las dificultades y limitaciones, nos lleva a tratar de encajar los más mínimos de sus gestos y comportamientos, en los recuerdos que tenemos sobre su persona en el pasado, aferrándonos a estos... Ellos buscan su memoria, y nosotros en nuestra memoria

L

Lo importante es la persona. Como es, como era, como seráCambiará, pero si buscamos, si apartamos la enfermedad, podemos llegar a la conclusión de que siguen siendo ellos, y podemos disfrutarlos cada día que pasamos con ellos, en un mayor o menor grado.

Z

Zozobro inicial. Llegó el diagnóstico: Alzheimer. Esa palabra que actualmente la sociedad asocia de forma incisiva con la demencia, a pesar de que existen muchos tipos de ésta. Este momento está marcado por el pesimismo, por las ideas negativas sobre las fases, el avance, el finalEs sólo cuando nos damos cuenta de que podemos patalear para volver a subir a la superficie, cuando podemos valorar lo que realmente significa esta nueva etapa, tanto en la vida del enfermo, como en la nuestra como cuidadores.

H

Hasta cuando tendré fuerzas? El miedo nos hace dudar de nosotros mismos, nos hace preguntarnos hasta dónde llegamos como cuidadores, nos hace cuestionarnos si podremos ejercer la relación de ayuda, nos crea falta de confianza en nosotros mismos. Este miedo ya implica aceptación de la enfermedad de nuestro familiar, pues no dudamos de él, dudamos de nosotros Inconscientemente ya vamos cambiando los roles, y asumimos que nosotros somos la parte modificable de la relación, nosotros nos podemos, y debemos, adaptar, para compensar todas las nuevas dificultades que surjan, y promover la calidad de vida del enfermo, protegiendo su autoestima.

E

Estrategas. Para el manejo de las conductas difíciles que suelen presentar las personas con Enfermedad de Alzheimer, los cuidadores adquirimos, muchas veces a través del ensayo-error, y otras a través del consejo, una serie de estrategias que nos hacen muy competentes para ayudar a nuestro familiar. Como cuidadores nos hacemos estrategas para la manipulación del entorno, el anticipo de los acontecimientos, la lectura de los comportamientos, y la adaptación ambiental e interpersonal con el objetivo de conseguir, en la medida de lo posible, que nuestro familiar se sienta cómodo, seguro, sin miedos, tranquilo, querido, apoyado, aceptado, feliz

I

Ideal cuidador. El cuidador ideal, fundamentalmente, acepta la enfermedad. La aceptación de cualquier enfermedad no es un proceso sencillo, pero la aceptación de la enfermedad de Alzheimer, al igual que en otras demencias, es si cabe, aún más complejo. Esto suele ser así, pues tratamos, en muchas ocasiones, de aferrarnos al ayer de nuestro familiar, y cuando no hay aceptación de la patología, el ayer, no nos deja ver objetivamente el hoy, y nos aleja enormemente del mañana. La falta de aceptación nos lleva a interpretar como intencionales las conductas difíciles, los cambios de personalidad o de humor, las dificultades diarias La falta de aceptación nos aleja de la posibilidad de hacer lo que realmente queremos hacer, ayudar a nuestro familiar. Nos lleva a sobreexigirles, y posteriormente a culparnos por haberlo hecho. Debemos trabajar para aceptar incondicionalmente al Alzheimer, y así podremos neutralizar sus efectos, y llegar más fácilmente a la persona a la que cuidamos

M

Más que un apoyo. Acompañar a una persona con Enfermedad de Alzheimer a lo largo del camino que debe recorrer no es una tarea sencilla, y en muchas ocasiones es poco gratificante. Implica, en una fase inicial, compensar sus dificultades de forma objetiva, potenciando su autonomía, y poco a poco, ir siendo capaz de adaptarnos a cada nueva situación, al avance de la enfermedad, a los cambios que acontecen en nuestro familiar. En muchas ocasiones los cuidadores tenemos la sensación de siempre llegar tarde, pues la aceptación de la enfermedad no es un proceso lineal y único, si no que implica muchas aceptaciones, casi de cada cambio. En nosotros este proceso tiene una latencia, y cuando nos hemos adaptado, cuando nos sentimos cómodos apoyando al familiar en una fase concreta, surge un cambio, un avance, hay nuevas dificultades a aceptar y que aprender cómo manejar. A pesar de que no es sencillo, el ser capaz de acabar afrontando con éxito estas situaciones, nos fortalece como cuidadores, y esto se traduce en un efecto positivo sobre la relación de ayuda.

E

Empezar cada día de cero. Nuestra gran capacidad de adaptación nos hace tomar fuerzas, y aprender a que cada día es un día nuevo, diferente, mejor o peor, pero en el que podemos convivir con nuestro familiar de forma positiva. Adquirimos una capacidad de comunicación e interacción con nuestros familiares con Enfermedad de Alzheimer que nos permiten optimizar todos nuestros recursos personales para empezar cada día esperando que sea un día en el que podamos disfrutar de un ápice del ayer de nuestro familiar.

R

Recompensan sus sonrisas. Al final de cada día, a pesar de las dificultades, de nuestros miedos e inseguridades, de los cambios que experimenta nuestro familiar, que nos recuerdan que esta persona a la que ayudamos se nos va escapando poco a poco entre los dedos A pesar de la renuncia a nuestro propio proyecto vital. A pesar de las crisis. A pesar de los episodios de agitación. A pesar de que no nos recuerden. A pesar de que no puedan colaborar. A pesar de que no reconozcan que les ayudamos, y que no nos lo puedan agradecer Al final del día, mejor o peor, esa sonrisa, esa respuesta automática de bienestar, de seguridad, de felicidad espontánea, nos hace seguir hacia delante.

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