La generosidad de Julio Marigil
Querido Julio, gracias. Gracias por haberte conocido, por haberme dado la oportunidad de trabajar a tu lado, por tu amistad y por haberme dejado compartir contigo tu mundo profesional, el mundo del fútbol.
En el año 1998, Eugenio Prieto y Félix Ortega me encomendaron la misión de crear el departamento de Psicología del Deporte en el Real Oviedo. Era una misión difícil para mí en aquel momento por mis circunstancias personales (acababa de enterrar a Jesús, que era el pilar de mi vida, y mi apoyo profesional en ese especial y difícil mundo del fútbol). Y por esas casualidades maravillosas del destino, apareciste tú. Vas a trabajar junto a Julio Marigil, me dijeron. ¡Se me pusieron los pelos de punta! No te había visto jugar, no me habías entrenado, pero sabía perfectamente quién eras y lo que significabas en el fútbol: una leyenda viva, un hombre de fútbol de toda la vida. Yo ni era hombre, ni había jugado al fútbol ni era de toda la vida.
La primera expectativa no fue fácil para ti tampoco, porque muchas veces lo comentamos a posteriori y nos reíamos de ello juntos, no tenías muy claro qué le podía aportar una psicóloga que venía hablando de entrenamiento psicológico a un jugador de fútbol. Y sin embargo me lo pusiste fácil, muy fácil. Fue un lujo trabajar a tu lado, compartir tu experiencia, escuchar tus consejos, tus opiniones, pero también conocerte como persona. El lunes en San Juan, y el martes el titular de LA NUEVA ESPAÑA, resumía lo que todos comentamos durante estos días: Julio era un hombre bueno.
Cuando te lo decía a ti (en tu infinita modestia) te reías, pero nunca te podré agradecer lo suficiente lo que significo para mí poder compartir contigo los cuatro años de trabajo en el Real Oviedo. Tu apoyo incondicional, tu amistad, tu cariño, tu generosidad profesional y especialmente todo lo que me enseñaste fueron un nuevo pilar en mi faceta profesional en el fútbol.
Aquí te echaremos mucho de menos, este año no hablaremos el día de Nochebuena para felicitarnos, pero estoy segura de que allá donde hayas ido habrás tenido una estupenda bienvenida.
Rosana Llames Lavandera, psicóloga del Deporte, Oviedo
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