Los modelitos de la Vice
A todos sorprende y llama la atención el vestuario lujoso, a lo Vogue, que la vicepresidenta del Gobierno, doña María Teresa Fernández de la Vega, nos muestra cada día. Y cada día un modelito distinto, que es lo verdaderamente asombroso. Ello da lugar a toda clase de interpretaciones como por ejemplo quién costea tan caros ropajes o bien qué firma de alta costura se los presta gratuitamente como publicidad de la misma. Y uno se pregunta: si al presidente valenciano, señor Camps, le han llevado a los tribunales por unos trajes de dudosa adquisición -¿por qué tanta demora en la justificación de su pago?-, alguien, recíprocamente, puede hacer lo mismo con la señora vicepresidenta, que debería justificar el pastón que supondrá el vestir cada día una prenda lujosa distinta. Hombre, hasta en las revistas de moda y del corazón se cita a doña Teresa. Por ejemplo, en Telva, número 839, de marzo pasado, página 130, aparece nuestra vice, entre otras bellezas como Carla Bruni, fotografiada ella, muy fashionable, con este comentario: La vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega es habilidosísima en el empleo de los trajes pantalón. ¡Toma castaña, Ramón! Nada, que nuestra vice haría mejor papel, digo yo, en la Pasarela Cibeles que en ningún otro sitio, dicho sea con el mayor de los respetos.
Independientemente de si es ella o no quien paga tan costosa ropa (¿es que da para tanto lo que percibe por su cargo político?), ello nos parece improcedente -un insulto, diríamos más bien- dada la crisis económica tan grave que vive y padece el pueblo, la ciudadanía, con tanto paro y tanta necesidad en la clase trabajadora, verdaderamente dramática y desesperada en tantísimos casos. Y la señora Fernández de la Vega, segunda de a bordo en el Gobierno de la nación, debiera de dar ejemplo de austeridad, y no de lujo y ostentación. Lo exige su alto cargo político.
Vivimos en una sociedad vanidosa en la que todo es ficticio y apariencia, cubierta de un barniz social hipócrita y desnaturalizado que entristece y opaca los verdaderos valores humanos. Y de ahí tanta desigualdad e injusticia, que la clase política debiera de ser la primera en dar ejemplo de todo lo contrario. De esa austeridad que únicamente, hoy, afronta el pueblo llano, verdadero sufridor de la crisis económica y de sus funestas consecuencias.
Señora vicepresidenta: austeridad y menos trapos, ¿cómo se los costea?
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