¿Quién ha dicho crisis?
Hace aproximadamente cuatro años, el club de fútbol más representativo de la capital de España, el Real Madrid, «compró» por 94 millones de euros al jugador Cristiano Ronaldo, y entonces causó más asombro que cuando, en infeliz expresión, Leire Pajín dijo lo del encuentro planetario entre Obama y Zapatero.
Actualmente, según medios de comunicación ingleses, el tal Gareth Bale costó 100 millones de euros, cifra delirante en un país cautivo de la recesión. Pero el Real Madrid, como algún otro club, parece no tener límite en estas pujas astronómicas, cosa que ni los especialistas logran entender.
Pero ¿está endeudado o no lo está el equipo blanco? Más bien, poco parece importarle, pues ya en su hoja de servicios tiene protagonizados cuatro de los cinco grandes fichajes de la historia. Aunque seguramente se trata de una estrategia de «marketing» para vender sueños.
Esta compra abusiva y/o oportunista, en el decir de los incondicionales de un deporte que es solo fama y popularidad, no hace más que profundizar el boquete entre los pudientes y el resto de equipos, renqueantes sufridores en ligas desequilibradas. Ciertamente, ¿la venta de camisetas y similares puede dar para tanto? Porque el club de Florentino Pérez parece no estar para tirar demasiados voladores. Sí, ya sé que existen muchos aficionados que dicen: si se paga es porque lo valen, no es magia ni humo, se trata de valores reales...
Ahora, bien, sin caer en demagogia, hay que decir que tamaño desembolso es escandaloso en medio de esta espantosa crisis, con cerca de seis millones de parados, cientos de miles de familias al borde de la pobreza, y con el Fondo Monetario Internacional pidiéndonos rebajas del diez por ciento en salarios ya muy precarios. Y puede resultar más escandaloso aún el hecho de que el club blanco, endeudado, según analistas deportivos, financie la operación con generosos créditos que las entidades financieras niegan al pequeño empresario o al autónomo, que son los que crean riqueza y empleo en el país. El hecho de que se hable con cierta normalidad de pagar más de 16.000 millones de pesetas es, en sí mismo, una indecencia mayor que la que en su día fue la cantidad que se abonó por Cristiano Ronaldo.
El fútbol español está cada vez más lastrado por fichajes y salarios, camino seguro para una burbuja que puede acabar estallando más bien antes que después. Por no sumar otro riesgo añadido: los mecenas que invierten con una lógica desconocida, ajenos a ese mundillo, alterando el mercado. Los aficionados más sensatos, que los hay, se preguntan: ¿qué pasará el día en que rusos y cataríes se escoren hacia otros caprichos?
En definitiva, entendemos que es altamente inmoral, máxime en los tiempos que vivimos, pasar por delante de los ojos de tanto trabajador parado unas cifras que cuantifican artificialmente el valor de un futbolista, de un deportista. De otro ser humano.
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