Del Rey abajo todos
En marzo de 2010 se pacta la salida de Bárcenas, acuerdo del que salió beneficiado con coche oficial, secretaria –por tanto, despacho– y 18.000 mensuales más el pago correspondiente a la Seguridad Social. Buena negociación hizo el macareno.
Hace pocas fechas aparece en un periódico de tirada nacional la nómina del señor Bárcenas fechada en mayo de 2012. A la señora Cospedal, a la sazón secretaria general del partido, le comunica Rajoy, ocho meses más tarde, los términos negociados con el ex tesorero en reunión clandestina –obrando como mediador entre las partes el señor Arenas– celebrada en el número trece de la madrileña calle Génova, sede del Partido Popular. Me pregunto: ¿qué dignidad tiene una señora que siendo la segunda máxima autoridad del partido su presidente la ningunea rebajándola a categoría sospechosa? Me sigo preguntando: ¿se conoce algún caso en el mundo laboral donde se pacte el despido de un trabajador dos años antes de haber cesado éste en su actividad profesional? Por último, me interrogo: ¿miente Rajoy cuando dice que la relación de Bárcenas con el partido termina en 2010? Y esto ya ni me lo cuestiono: ¿Por qué miente Rajoy? O en su defecto: ¿por qué se pactan unos honorarios tan elevados y condiciones extraordinarias, durante dos años, a un señor encausado por fraude fiscal, cohecho y blanqueo de capitales y cuya presencia en la sede del partido deja un rastro fétido?
Pues a estos interrogantes y sus derivados, legítimos y nada descabellados o fuera de tono y lugar, unas veces la secretaría y otras la presidencia del partido responden con un finiquito en diferido, o que ya no ejercía ninguna labor técnica dentro de sus anteriores responsabilidades; es decir, le pagaban por no hacer ni decir nada.
Vista la desfachatez con que se manifiesta y conduce la casta política en general, ¿qué salidas democráticas tiene el sufrido ciudadano, contribuyente económico a esta pérfida situación política, para regenerar un tejido público que del Rey abajo nadie está libre de sospecha? La respuesta está en las próximas elecciones generales gratificando a aquellas organizaciones que lleven en su programa la tan cacareada y nunca satisfecha regeneración política, en la que se dé mayor poder electoral, por tanto democrático, al ciudadano y se haga realidad la proclama, hasta ahora vacía de contenido, que consagra la soberanía popular que no es, como cree interesadamente la casta, depositar el voto cada cuatro años y en el tránsito de la acción política justificar todos los desmanes administrativos con el peso de los votos.
El espectáculo tan deprimente y falto de toda ética que están dando nuestros responsables políticos al mundo democrático occidental hace tanto daño al país como las siete plagas de Egipto, trayendo miseria, hambre y descrédito a esta España convertida en patio de Monipodio; nación que sigue anclada en los hábitos picarescos del siglo XVII.
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